Denunció por agresión sexual al futbolista Álvaro Ratón: «Con esto no he ganado nada; al contrario, he perdido salud física y mental»

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Interior de los juzgados de Ourense
Interior de los juzgados de Ourense Santi M. Amil

La mujer que asegura haber sido víctima de un ataque por parte del deportista ha recurrido la sentencia que exoneró, por tercera vez, al investigado ante la Audiencia Provincial de Ourense

27 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El caso Ratón aún no está cerrado. La mujer que denunció al futbolista de O Carballiño por una presunta agresión sexual ocurrida en esa localidad en la noche de San Juan del año 2018 ha recurrido ante la Audiencia Provincial de Ourense la sentencia dictada el pasado mes de diciembre en la que, por tercera vez, se exoneraba al investigado.

La magistrada que presidió el segundo juicio contra el deportista no encontró evidencias de que este hubiese atacado a la denunciante, empujándola hacia una zona de poca visibilidad con la intención de mantener relaciones sexuales con ella. Tampoco vio probado que el acusado hubiera besado a la víctima contra su voluntad o le hubiese hecho tocamientos.

Decepcionada porque la Fiscalía no se haya sumado al recurso, lamenta que hasta ahora no se hayan tenido en cuenta pruebas como los informes forenses que dictaminan que sufre un trastorno de estrés postraumático y una depresión que incluso la ha llevado a intentos de suicidio. En una entrevista con La Voz de Galicia, afirma que ha vivido una pesadilla desde que se decidió a denunciar.

Lo hizo tiempo después de aquella noche. «Aquel día había ido a una boda y no tenía ninguna lesión; me vieron 90 personas» recuerda sobre las magulladuras en un brazo y las piernas acreditadas en partes médicos. Las vieron sus amigos y compañeros de trabajo días después del incidente, por ahora nunca probado. «Si no es por la gente de mi entorno, igual no hubiera denunciado. Mi compañero de trabajo vio la lesiones y también mis amigos. Me dijeron que tenía que contarlo y desde entonces se hecho un escarnio conmigo, me insultaron por la calle. Estuve muchos meses sin salir de casa».

Pasar por un segundo proceso judicial ha sido muy duro para ella, asegura. Está de baja médica desde mayo del 2023, cuando supo que tendría que volver a declarar. Y es que su caso ha sido atípico y largo. Álvaro López Ratón fue absuelto de los cargos en febrero del 2021 pero, tras el recurso de la acusación particular, la Audiencia vio errores en la sentencia y ordenó a la jueza que la reescribiera. La togada así lo hizo, pero de nuevo con un resultado absolutorio que no convenció a la denunciante. Volvió a apelar y esta vez el alto tribunal ourensano anuló el fallo y ordenó repetir la vista. El segundo juicio tuvo lugar el pasado mes de octubre y, tras asumir una tercera sentencia desfavorable, la denunciante no ha tirado la toalla. «Han pasado cinco años y medio desde la denuncia y nadie me puede negar que mi trastorno viene a raíz de una agresión que yo sufrí», insiste ella.

No hay víctima perfecta

Lamenta que en el juicio la defensa del acusado hubiera desplegado «una campaña de acoso y derribo» hacia ella. «Cuestionaron que no hubiera ido antes al médico, pero es que no hay una víctima perfecta, no sabes como reaccionar; yo no me creía lo que me había pasado. Estuve dos horas sentada en un banco pensando qué hacer, porque me acababan de agredir», sostiene.

También le molesta que se haya cuestionado su interés a la hora de contar lo que le pasó y señalar a una persona. «Yo esto no lo hago por dinero, lo hago para defenderme, porque no han dejado de amenazarme y de insultarme», advierte.

El abogado de Ratón, que cuando ocurrieron los hechos era portero del Zaragoza y ahora milita en un equipo de fútbol de segunda categoría de Cracovia (Polonia), anunció tras la última sentencia que estaba preparando una querella contra la denunciante. «En ninguna de las resoluciones me condenan en costas porque no ven ni mala fe ni temeridad en mi declaración», dice ahora esta mujer, recordando incluso que la última magistrada que vio su caso dijo que no había animadversión por su parte. «Es verdad, porque yo no sabía ni quien era él», sostiene.

Y cree que volvería a seguir los mismos pasos. «No me arrepiento, volvería a denunciar. No lo hago solo por mí, sino por otras mujeres que no se atreven; mi familia ha sufrido mucho y yo tengo un trauma, sigo a tratamiento a día de hoy y sin ayuda psicológica no estaría viva», asegura.

Cree que quizás haya habido «falta de empatía» por parte de las juezas que vieron su caso y asegura haberse sentido desprotegida socialmente. «Una persona no llega a donde yo he llegado a nivel psicológico solo por la agresión, sino por todo lo demás, hasta los insultos por la calle. He tenido que ir con mi padre a todos los médicos porque era incapaz de salir sola».

Recuerda que antes de esto era una persona independiente, una profesional licenciada en Derecho por la Universidad Complutense con un trabajo fijo. Ahora nada es como antes para ella. «Con esto yo no he ganado nada; al contrario, he perdido salud física y mental y toda mi familia se ha visto afectada», afirma. Explica que toma medicación diaria y acude regularmente a consultas de psiquiatría y psicología.