El maratoniano que no llegó al muro

LA VOZ VIGO

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ELOY MARTÍ FONOLLOSA - LOF

Rafa Benítez planteó la temporada como una carrera de fondo pero los resultados y el mal juego terminaron por condenarle a falta de 10 jornadas

13 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El proyecto de Rafa Benítez en el Celta duró menos de la tercera parte de lo esperado. El entrenador madrileño planteó su primer año en Vigo como un maratón en el que el equipo tenía que ir dando pasos en positivo hacia la línea de meta, pero se quedó a las puertas del mítico muro. Cuando la temporada enfilaba su recta final, con las últimas 10 jornadas en el telón de fondo.

Los pobres resultados, con dos puntos de margen sobre la zona de descenso pese a disponer del décimo tope salarial, y la involución en el juego de un equipo que renunció a su estilo a cambio de nada, resultaron determinantes para que se ejecutara un cese que no aparecía en la hoja de ruta de Marián Mouriño, que siempre estuvo convencida de darle continuidad al proyecto en su primer año de mandato. De hecho, de los últimos cinco clasificados, Benítez era el único que había comenzado la temporada.

Benítez se marcha con apenas ocho meses en el cargo, con cinco victorias en 28 partidos, sin haber podido solucionar la tarea de los goles encajados (43) y perdiendo mucha de la pólvora ofensiva de la que hizo gala el equipo en los últimos años (30 tantos a favor, a poco más de uno por partido). Los vigueses nunca pudieron alcanzar la zona cómoda de la tabla que le correspondía por presupuesto y límite salarial.

Los malos resultados no fueron el único detonante, sino que la línea de juego también fue objeto de debate a lo largo de todo el curso. Aunque el técnico madrileño se preguntó en voz alta en más de una ocasión en la sala de prensa qué era jugar bien, lo cierto es que el Celta pasó de ser un equipo con buen trato de balón y que siempre intentaba vivir en campo contrario a hacer del contragolpe y el sistema defensivo su modo de vida.

En todo este trayecto, hubo dos partidos que dejaron una huella dolorosa para el celtismo: la eliminación de Copa ante la Real Sociedad y la derrota del pasado domingo ante el Real Madrid en el Bernabéu. No por perder, algo previsible en ambos casos debido al potencial de los rivales, sino por la forma: sin competir y sin meter en aprietos a los adversarios. En el caso del torneo copero, parecía que rivalizaban dos equipos de diferente categoría, no de Primera. El líder, el domingo, no necesitó emplearse a fondo para terminar goleando.

La falta de autocrítica es otro asunto que el preparador lleva en su debe. «La manida teoría de la autocrítica es populismo; la hacemos dentro», comentó en una ocasión tras ser preguntado a la conclusión del partido. Su trayectoria de éxito, en este caso, no tenía por qué estar reñida por errores durante su etapa en Vigo.

Otro de los puntos negros fue que el Celta jugó casi siempre en función del rival, sin mantener una apuesta decida por una forma de jugar, sin un esquema tipo y sin un once definido, aunque por sistema repetía una media de ocho o nueve jugadores en sus formaciones.

Benítez llegó a Vigo como un apóstol del 4-4-2, pero en la segunda jornada comenzó a jugar con una línea de cinco defensas que parecía darle cobertura a un equipo en construcción. El problema es que 26 jornadas después, el equipo continuaba en obras y pegado a la zona roja en un año en el que sumar se ha convertido en una odisea para los equipos del furgón de cola.

El rendimiento de los jugadores también salta a la palestra en la hora del adiós. Se supone que con semejante desembolso, el nivel de juego de la plantilla debería ser otro. Casi ninguno de los futbolistas estuvo al nivel esperado y algún fichaje de lo más costoso apenas tuvo protagonismo en los últimos tiempos. Demasiadas cuestas como para finalizar el maratón.

El técnico que cortó una racha de 15 años con al menos un canterano en el once

Rafa Benítez se marcha con uno de los peores bagajes estadísticos de la historia reciente del Celta, pero seguramente pasará a la historia por ser el primer entrenador en los últimos quince años que alineó un once sin ningún canterano, algo que no sucedía desde el 2008, con el equipo en Segunda División.

La falta de un jugador de casa en la formación inicial ante el Almería fue uno de los últimos incendios por los que pasó el entrenador, que tenía a un sector importante de la afición en contra desde hacía tiempo. El «Benítez, vaite xa» se escuchó de un modo recurrente en Balaídos en los últimos tiempos. De un tiempo a esta parte, la presencia de los jugadores de casa había menguado, un aspecto que se acentuó cuando Iago Aspas dejó de ser un fijo en el once y desde que Vicente Guaita se hizo con la titularidad en detrimento de Iván Villar. Ahora, se abre un nuevo tiempo con un entrenador canterano, el primero en la historia del Celta, y está por ver si aumenta la cuota de jugadores de casa.

Por otra parte, el conjunto vigués debe hacer frente ahora a una costosa indemnización, ya que el entrenador saliente tiene derecho a cobrar, al menos, un año y medio más.