Luis Suárez, el chico que «jugaba al balón que lo quemaba» y que no fue valorado por el Barcelona

Marta Otero Torres
Marta Otero REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Luis Suárez, defendiendo la elástica azulgrana en la temporada 55-56
Luis Suárez, defendiendo la elástica azulgrana en la temporada 55-56 ARCHIVO CARLOS FERNANDEZ

El libro «Luisito, el Balón de Oro que el Barça no supo apreciar» explica por qué el jugador gallego no cayó con buen pie en aquel gran equipo en el reinaba Kubala. El único Balón de Oro masculino del fútbol español ha fallecido a los 88 años

09 jul 2023 . Actualizado a las 16:38 h.

Vicente Leirachá recordaba en el 2015 cómo Luis Suárez entró en el Deportivo: «A los 14 o 15 años, el chico jugaba al balón que lo quemaba. Era algo digno de ver, tan flaco y menudito y cómo llevaba la pelota sin mirarla, con la cabeza alta, estudiando la posición de los compañeros». En el libro Luisito, el Balón de Oro que el Barça no supo apreciar, escrito por Gil Carrasco, el veterano periodista era una de las muchas voces que se alzan para recordar la grandeza del jugador coruñés, que debutó en el Barça en 1954, con tal solo 18 años.

El autor intentaba desvelar por qué el gallego, único Balón de Oro de España, no fue suficientemente valorado por el equipo culé en su época: «Cuando Suárez llegó al club, los blaugrana eran mayoritariamente kubalistas y gran parte de ellos veían en aquel gallego delgaducho y decidido una amenaza directa para su dios». A pesar de todo, Carrasco destacaba la buena relación que había entre Suárez y Kubala, y explica que «esa atroz división entre kubalistas y suaristas fue catastróficamente perjudicial para el Barcelona, como lo sería hoy en día la formación de un bando messista y otro xavista (o iniesista)». El propio Suárez recordaba que, cuando entró en el equipo «la gente empezó a tomarla conmigo, aunque o no jugaba en el puesto de Kubala, ni estaba enfadado con él. No era Kubala o yo, al menos así lo entendía».

Pero lo cierto es que el Barcelona nunca reconoció suficientemente al futbolista, y las nuevas generaciones conocen a otro Luis Suárez, por eso quienes, como Arsenio Iglesias, conocieron su grandeza, pusieron en su momento su granito de arena para reconocerlo. «Hombre, — explicaba en el libro— Suárez ha sido el jugador más importante del fútbol español. Tenía un talento fuera de lo común. Era un privilegiado, con una gran visión del juego. Despuntó enseguida. Solo le faltaba endurecerse».

Cuando Suárez debutó en el club blanquiazul, el 2 de mayo de 1954, con 18 años, el entrenador Josep Samitier sí supo ver su talento, y llegó a asegurar que «este mocoso hará olvidar con su clase los nombres de César, Kubala y el mío propio». El coruñés recuerdaba que para él fue aquel debut fue «como un sueño. No me salieron bien las cosas pero Samitier, al final del partido, me animó mucho, y eso me tranquilizó».

Quizás quien más le animó en su etapa blanquiazul fuese Helenio Herrera, como explicaba el jugador Justo Tejada en el libro: «Fue Helenio Herrera el que se dio cuenta de lo que valía verdaderamente Suárez, pues le dio confianza supo explotar sus cualidades e hizo de él un jugador fundamental para el Barcelona». Y el propio Herrera daba su versión de las causas por las que el equipo culé no lo cuidó lo suficiente.

«La clase fabulosa de esta muchacho solo había sido reconocida sin reservas por el sector más inteligente de la crítica. El catalán es sentimental y vive de recuerdos. La gente prefería la actitud sentimental-heroica de Kubala a la simplicidad y juventud de Suárez». En el libro, además, se abordabron las posibles causas de la venta de Suárez al Inter de Milán, pocos años después.

«El caso es que, en 1961, las cuentas no le cuadraban a la directiva, la oferta del Inter por Suárez era muy jugosa (cuando Allodi habló de 25 millones de pesetas en el Barcelona no creían que fuera verdad) y Helenio Herrera seguía llamando al jugador para que se fuera con el a San Siro». Y a San Siro se fue. Y allí se convirtió en el Dios del Inter y estuvo jugando hasta los 35 años y logró el reconocimiento que en España no había encontrado. «Soy ya como de la familia —concluye Suárez—, aunque eso no impide que haya sitio en mi corazón para el Deportivo y el Barcelona». Todo un señor.