Un colosal choque de continentes dio origen a las islas Cíes hace 300 millones de años

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

La cascada del río Verdugo-Oitavén. La imagen reconstruye cómo era el entorno hace entre 65 y 45 millones de años tras la fisura que dividió las Cíes y la ría de Vigo. En la parte superior a la izquierda, las Cíes, que no eran islas. La ría era un valle fluvial con vegetación y el río acababa en cascada, en la parte inferior.
La cascada del río Verdugo-Oitavén. La imagen reconstruye cómo era el entorno hace entre 65 y 45 millones de años tras la fisura que dividió las Cíes y la ría de Vigo. En la parte superior a la izquierda, las Cíes, que no eran islas. La ría era un valle fluvial con vegetación y el río acababa en cascada, en la parte inferior. IUXP

La ría de Vigo fue la última de Galicia en ser cubierta por las aguas del mar en un proceso que se inició hace 2.500 años y que ocuparon un valle fluvial

11 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Ni las Cíes eran unas islas, ni Vigo una ría tal y como la conocemos, sino un valle fluvial sobre el que el río Verdugo-Oitavén se precipitaba en una cascada de entre 60 y 80 metros sobre la plataforma continental actual. Los procesos geológicos han dibujado durante millones de años su relieve actual, pero en esta paciente transformación también ha habido cambios abruptos que han contribuido a definir su topografía de forma importante. Es una historia de secretos sumergidos por el mar que los geólogos han sacado a la luz para descubrirlos al gran público. Lo harán este sábado dentro de las actividades de Geolodia, una de las iniciativa de divulgación gratuitas y abiertas a todos los públicos en los que se realizan excursiones geológicas de campo guiadas por especialistas. La ría de Vigo y el archipiélago de las Cíes son uno de los cuatro enclaves elegidos ese año en Galicia para llevar a cabo la promoción de sus valores.

En este caso se trata de un recorrido diferenciado, pero entrelazado por la geología. Todo empieza con un choque colosal entre las dos placas de Gondwana y Laurasia para formar el macrocontinente llamado Pangea. Ocurrió hace unos 550 millones de años, aunque en Galicia la colisión se manifiesta hace 300 millones de años. Es entonces, por un movimiento de subducción en el que una placa levanta a la otra, cuando emerge la base rocosa graníticas de las islas Cíes.

Es la huella que queda en Galicia, junto con el monte Pindo, del abrupto encuentro entre los dos continentes. «Son los únicos restos que quedan de ese choque que formó Pangea», constata el catedrático emérito de Geología de la UDC Juan Ramón Vidal Romaní, que hará de guía a los participantes en Geolodia.

En un proceso separado la ría de Vigo se formó hace unos 110 millones de años por la inundación del curso final de un río causada por el hundimiento del borde costero debido a una subida del nivel del mar, aunque su topografía era muy distinta a la actual. Es el mismo fenómeno que originó a las demás, aunque las bajas, las altas y las medias lo hicieron en épocas diferentes. Sin embargo, uno de los elementos definitorios que dibujó su relieve ocurrió hace entre 65 y 45 millones de años. Fue cuando surgió una enorme falla de más de 200 kilómetros que se inició en Corrubedo (Ribeira) y finalizó en Aveiro (Portugal). Esta fisura se formó cuando la península dio un giro para hacer un hueco al mar Cantábrico y el sistema montañoso de la Cordillera Cantábrica, un movimiento que también trastocó el relieve gallego. Esa falla lo que hizo fue cortar la costa de Galicia como si se hubiera metido un cuchillo», explica de forma gráfica Vidal Romaní.

Una cascada imponente

En esta costa recortada el río Verdugo-Oitavén ya no tenía salida al mar, por lo que se precipitó en cascada en un proceso similar al que por aquel entonces también hicieron los caudales del Lérez, Ulla, Tambre y Xallas. Este último es el único de Galicia, y también de Europa, que todavía mantiene su catarata, aunque mucho más pequeña que la que en su momento tuvo el Verdugo-Oitavén.

«Todo este proceso fue muy importante en la modificación del relieve gallego, que ahora no vemos por el aumento del nivel del mar», advierte el geólogo.

En esa época y hasta hace relativamente poco, aunque con sucesivos cambios debido a las glaciaciones, Vigo era un valle fluvial con vegetación arbórea desde el que se podía acceder a pie hasta las Cíes, que tampoco eran islas.

La cascada del Verdugo-Oitavén, que ahora permanece sumergida, se mantuvo durante las alternancias interlacial-glacial del Pleistoceno hasta hace unos 10-12.000 años, cuando entrada la época del Holoceno empezó a aumentar de forma paulatina el nivel de mar tras el último gran deshielo, un fenómeno que aún continúa en la actualidad. Esta subida de las aguas tampoco fue paulatina en Galicia y Vigo tuvo que esperar más que otros enclaves de la comunidad para transformarse en la ría que ahora conocemos.

No fue hasta hace unos 2.500 años, una época muy reciente, cuando las aguas inundaron el valle fluvial y el paisaje se convirtió en ría y las Cíes en un archipiélago. «La ría de Vigo fue la última de Galicia en la que entró el mar», constata Vidal-Romaní.

Lo que está claro de todo este recorrido geológico, tal y como se recoge en el documento de divulgación que se publica con motivo de Geolodia, es que «ría e islas no han sido construidas por la acción del mar, que se ha limitado a invadir apaciblemente un valle fluvial hace tan solo 2.500 años».

En este viaje en el tiempo también hay lugar para otras curiosidades que se circunscriben a un período un poco más reciente. Así, a lo largo de 120.000 años, el viento ha introducido arena en la ría de Vigo a través de los canales de las Cíes, que aún no estaban rodeadas por el mar. De hecho, entre las islas de San Martiño y Faro o Media aún se puede reconocer una antigua duna, ahora sumergida por el último ascenso del mar hace 3.000 años.