Reescribir «Bambi» para infantilizar a la infancia

Manuel Fernández Blanco
MANUEL FERNÁNDEZ BLANCO LOS SÍNTOMAS DE LA CIVILIZACIÓN

OPINIÓN

María Pedreda

04 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Sigmund Freud, en su ensayo El porvenir de una ilusión, nos advierte sobre «[…] el lamentable contraste entre la inteligencia de un niño sano y la debilidad mental del adulto medio». Es el mismo Freud que alumbró al mundo una concepción no idealizada de la infancia y puso de manifiesto que las preguntas fundamentales de un niño se refieren a la sexualidad y a la muerte. También aclaró que el encuentro con la realidad del sexo y de la muerte, que pone fin a la omnipotencia infantil, tiene un carácter traumático. Pero este es el trauma que nos constituye en nuestra humanidad. Aquellos niños a los que se pretende evitar confrontarse a esa realidad pueden ser los que queden más indefensos frente a las inevitables adversidades de la vida.

Trabajé en una unidad de salud mental infanto-juvenil del Sergas durante 34 años. A los psicólogos residentes que rotaban por la unidad el primer consejo que les daba, y que intentaba mostrarles en mi práctica, es que no les hablaran a los niños infantilizándolos. Les pedía que se dirigieran siempre al sujeto que hay en el niño. Este signo de respeto, dándole la palabra al niño, permitía obtener respuestas sobre su situación y sufrimiento sorprendentes.

Me ha parecido necesaria esta introducción para analizar la intención de la compañía Disney de modificar, en la nueva versión de acción real del filme, la escena en la que se muestra (de modo no explícito ya en la versión original) la muerte de la madre de Bambi. Las razones para este cambio parecen, en primer lugar, comerciales: los padres actuales no muestran la película a sus hijos por su posible efecto traumático. Es verdad que cualquier acontecimiento, incluso algo aparentemente banal, puede resultar traumático en aquel, niño o adulto, en el que convoca algo inasimilable. Pero, en general, no se debe confundir lo doloroso con lo traumático. Todos los niños, hayan visto Bambi o no, se han imaginado en algún momento, desde el temor al desamparo, la posible pérdida de sus padres. La vida real, por ejemplo la muerte de la madre o el padre de un compañero de colegio, puede acrecentar ese temor. Bambi es una ficción que, con el adecuado acompañamiento, puede ayudar a tramitar mejor este temor universal durante la infancia.

Si Bambi es inolvidable para los niños que la han visto, lo es por la misma razón de base que El rey león. En ambos casos, un filme infantil aborda aspectos profundos del ser humano. Si Bambi plantea la angustia ante la muerte y el desamparo, pero también su posible salida en la relación conflictiva con el padre, El rey León plantea el drama íntimo del sentimiento de culpabilidad. Es una película de animación para niños, pero replica el Hamlet de Shakespeare y, más allá, el mito edípico. De ahí su éxito. Los niños se olvidan antes de las producciones edulcoradas que los infantilizan.