Tecnología, talento y productividad

Fernando González Laxe
Fernando González Laxe CATEDRÁTICO EMÉRITO DE ECONOMÍA APLICADA. UNIVERSIDADE DA CORUÑA

MERCADOS

El peso de las estructuras productivas de una región o un país influye en el gasto que realizan sus empresas en
investigación y desarrollo. Si se tiene en cuenta que la base industrial de un territorio revela su nivel de desarrollo, ello explica las razones por las que tanto en España como en Galicia las inversiones en I+D son modestas y reducidas.

12 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

A pesar de que el gasto absoluto, como el relativo, acometido en el 2022 en materia de inversión española en I+D haya alcanzado el máximo de la serie histórica, no es menos cierto que si lo comparamos con otras economías desarrolladas es bastante menor. Las cifras son muy esclarecedoras. En España, la ratio que relaciona el gasto respecto al PIB es de del 1,4 %; cuando en Francia alcanza el 2,2 %; Estados Unidos (3,5 %); Suecia (3,4 %) o Corea del Sur (4,9 %) registran cifras superiores. La media de los países OCDE fue del 2,7 %; esto es, casi el doble del promedio español.

No solo la inversión en I+D es modesta y reducida, sino que está desigualmente distribuida. El sector empresarial efectúa en España el 56,4 % del gasto y las administraciones públicas y las universidades suman el 43,6 % restante. Esta forma de enfocar el gasto es muy diferente a como la acometen otros países desarrollados. En Alemania, Francia, Suecia o Reino Unido, por ejemplo, el gasto empresarial se hace responsable del 70 % de la inversión en I+D; y en Estados Unidos, China, Japón o Corea del Sur llega al 75 %. O sea, comportamientos muy dispares al español.

La razón de dichas preferencias de los gastos radica en la distinta estructura productiva. En España predominan las actividades relacionadas con el sector servicios y dentro de este los componentes relacionados con el turismo y la hostelería; en tanto que, en las otras economías referenciadas, el sector manufacturero alcanza una posición más relevante. Por consiguiente, la existencia de una base industrial se revela como una señal de desarrollo y es una de las razones del por qué la productividad española es baja, muy por debajo de la media europea.

La productividad está relacionada y depende de la acumulación de capital físico, humano y tecnológico; así como de los niveles de eficiencia con la que se utilizan estos insumos. Factores que, a su vez, tienen mucho que ver con la calidad de las instituciones que inciden sobre el funcionamiento de las economías, como apuntan Acemoglou y Robinson en su libro Por qué fracasan las naciones. Es decir, las inversiones, la incorporación de los desarrollos tecnológicos, el tamaño de las unidades de producción, la cualificación del factor trabajo, la organización interna y la calidad empresarial junto a la normativa y las reglas institucionales, desempeñan un papel clave en la obtención de unas elevadas ratios de productividad competitiva. Por lo tanto, si queremos avanzar en la productividad para poder competir más eficientemente, debemos centrarnos en estimular la innovación, el talento y la incorporación y uso de las tecnologías.

Galicia ocupa una posición muy retrasada y una falta de intensidad en este concepto. De una parte, el gasto per capita en I+D en Galicia fue, en el 2022, de 278 euros, cuando la media española alcanzó los 403 euros; y las comunidades más dinámicas, como el País Vasco o Madrid, superaron los 750 euros. De otra parte, el peso del gasto de Galicia en el total español solo representa el 3,9 %, ocupando la séptima posición de las autonomías, muy alejada de las participaciones que registran Madrid (26,5 %), Cataluña (25 %), Andalucía (9,8 %) o País Vasco (9,2 %).

Los últimos estudios revelan que las dinámicas de renta per capita están dominadas por la evolución de la productividad y, en menor medida, por las tasas de ocupación; jugando el componente demográfico un papel generalmente secundario. También subrayan que los países mejoran su productividad cuando son capaces de incentivar la inversión, la mejora de su capital humano y la innovación. Ello se completa a partir de un buen funcionamiento de las instituciones y un elevado grado de seguridad jurídica. Por tanto, de cara a jugar nuestras bazas, tanto España como Galicia deben mejorar la calidad de las instituciones; desarrollar políticas de atractividad; y procurar generar más capital físico, humano y tecnológico. De lo contrario, seguiremos formando parte del pelotón perseguidor, pero no del de los líderes o cabeza de pelotón.

Si nos referimos al talento, la situación continúa siendo similar. Recientemente, la Fundación Cotec publicó su último informe sobre el talento en las comunidades autónomas. Se elabora a partir de seis indicadores. El primero es el de facilitar, donde analizar el entorno del mercado de negocios y de trabajo, midiendo el gasto en I+D, en TIC, la utilización de tecnología, la vulnerabilidad de las empresas, el teletrabajo o el precio de la vivienda. El segundo indicador se refiere a atraer, donde evalúa la apertura del mercado; esto es, la contribución de los flujos de inversión directa extranjera, la presencia de empresas foráneas, los estudiantes internacionales o la proporción de extranjeros con estudios universitarios. El tercer elemento es el de crecer, que examina el impulso educativo, así como los resultados PISA y los rendimientos de estudios universitarios y las tasas de riesgo de pobreza. El cuarto indicador concierne al concepto de retener, que tiene en cuenta los factores que facilitan que el talento no sea exportado; o sea, el gasto en salud, protección social, protección del medio ambiente, deuda pública, personal sanitario y tiempo que se invierte en desplazarse al trabajo. El quinto factor se refiere a las capacidades técnicas que se miden a través de los perfiles de la población activa, sus cualificaciones, la productividad, la empleabilidad y las relaciones entre cualificados y ocupados. Finalmente, el sexto indicador se refiere al conocimiento, que refleja y evalúa la presencia de personal apto para producir economías del conocimiento; esto es, la población con educación superior, el número de investigadores y científicos, las exportaciones de bienes de alto valor tecnológico y los gastos en actividades investigadoras.

Galicia ocupa posiciones intermedias dentro del conjunto de España. Solo en el apartado de crecer y atraer ocupamos una posición acorde con nuestra superficie, población o PIB. En los otros cuatro factores: retener, conocimiento, facilitar y capacidades técnicas estamos por debajo de las medias nacionales. En suma, no vale rememorar a Unamuno cuando dijo «que inventen ellos»; sino todo lo contrario, se trata de fomentar la creatividad económica como base para generar empleo e ingresos a la vez que fomentar la diversidad cultural y el desarrollo humano.