Fran y Nayara, pareja de culturistas: «A nosa primeira cita foi no ximnasio»

YES

GONZALO BARRAL

Los novios no viven de esto, a pesar de que dediquen las 24 horas del día, y los 365 días del año, a su preparación física. «Ninguén querería estar cunha persoa que se dedica a isto», aseguran

31 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

«É un hobby, pero precisa da dedicación as 24 horas do día e o único que nos xera son gastos», así describe esta pareja de culturistas el deporte que practican. Nayara y Fran son un equipo, y, aunque suene evidente que dos personas tan involucradas en una misma pasión requieren que su pareja tenga las mismas rutinas y limitaciones que ellos, afirman que no es tan común como parece.

Él es de Lugo, y ella, de A Pobra do Caramiñal. La primera vez que cruzaron miradas fue en un certamen de culturismo. «Era o meu debut en competición. Nese momento non sabía se me ía atrever a saír en bikini diante dunhas 200 persoas». Pero lo logró y la que es hoy su pareja estaba ahí para presenciarlo. «Mirámonos o un ao outro e enseguida puxémonos en contacto a través do Instagram. Quedamos nun ximnasio de Santiago que nos quedaba aos dous a medio camiño», cuenta Fran, que enseguida vio cómo saltaron las chispas entre ambos. Y qué mejor lugar para tener una primera cita que uno en el que ambos se fueran a sentir cómodos y como en casa. Para él, quedar para entrenar era una forma eficaz de quitarle hierro al asunto, es decir, una especie de «cita encubierta». Al terminar los respectivos ejercicios y estiramientos, se fueron a comer sushi: «Unha comida, para nós, máis libre, xa que dentro do que cabe é sa (arroz e peixe), aínda que, se pode ser, sen moita salsa, mellor». De hecho, lo han convertido en una rutina: entrenamiento, sushi y, de postre, un café. Sin embargo, el plan solo es viable si están fuera de una fase de preparación, es decir, dentro de los seis meses que dura el entrenamiento previo a un campeonato. La otra mitad del año no es que dejen de entrenar, pero no tienen por qué respetar una dieta tan estricta.

Ni Fran ni Nay, como la llaman cariñosamente, se levantaron un día pensando en querer ser culturistas. Ella padecía un trastorno alimentario por el que llegó a pesar «trinta e poucos kilos», y empezó a ir al gimnasio a la vez que, recomendada por especialistas, cambió su dieta para que le resultara más fácil ganar peso. De esto hace ya seis años. Consiguió subir unos 15 kilos en poco tiempo y le empezó a coger gusto a lo de ir a entrenar. Cuenta que ella empezó a ir al gimnasio solo con la idea de poder lucir un top y un pantalón corto sin ningún tipo de complejo, para nada se esperaba llegar al punto de exhibirse de tal forma ante tanta gente. Fran, por su parte, comenzó a buscar un cambio en su físico cuando su hermana le sugirió acompañarla un día a entrenar. «A min, desde neno, sempre me gustaron as cousas grandes e fortes, como Dragon Ball, así que lle dixen ao adestrador: ‘Eu quero poñerme así’», explica. Dicho y hecho. Después de tres años de entrenamiento consiguió su primera medalla, luego vendrían más. Entre él y Nay ya suman seis colgantes al cuello y una espada que sujetan los dos de la mano. Da igual quien haya ganado cada premio, porque saben que quizás no lo hubieran conseguido sin el apoyo del otro. «Se non fose por ela pasaríao moito peor do que o paso durante a preparación», confiesa Fran. Ambos coinciden en que es muy difícil que funcione una relación entre una persona que se dedica al culturismo y otra que no tiene ninguna vinculación con el deporte: «Ninguén aguantaría, ou querería, estar con alguén que se dedica a isto», apunta. «Son moitos días nos que pasas fame, que estás canso ou que estás irascible e todo che molesta, e é necesario ás veces ter a unha persoa ao lado que che entenda e tire do carro cando ti non podes», reflexiona Fran. Cosas tan simples como ir a la playa y comer un helado es algo que no pueden hacer en su día a día: «Non sería cómodo nin para un facer o esforzo de privarse de certas cousas, nin para o outro ver como a túa parella o fai diante de ti», dice él. Sin embargo, revelan que tan solo han coincidido con otras dos parejas que se dedican al culturismo en todos los años que llevan compitiendo, y no entienden el motivo.

Lo difícil viene cuando la pareja coincide en la fase de preparación para los campeonatos. Este último año, Fran estuvo desde febrero hasta hace dos semanas preparándose para el último certamen, mientras que Nay ya había tenido el suyo en mayo. «Os últimos dous meses son cruciais. Aí non podes cambiar nin un ingrediente da túa dieta, polo por tenreira, por exemplo. Se coincidísemos os dous á vez nese punto, sería unha loucura», explica él. Sin embargo, al no estar los dos en el mismo nivel de la preparación, pueden ayudarse el uno al otro, moralmente: «Cando se achega a data, custa ver os resultados, aínda que realmente si se noten. Por iso, está ben ter unha persoa ao lado que cho faga saber», señala Fran.

Cabe destacar que ambos trabajan, es decir, no viven de esto, ni mucho menos. La pareja tiene sus respectivas jornadas laborales de unas siete u ocho horas diarias, cinco días a la semana, pero eso no les impide salirse de su estricta rutina de alimentación y entrenamiento: la actividad física tiene que ser diaria y deben llevar un estricto control de la comida. «Teño sorte de que ao traballar de técnico de obra podo facer pequenos descansos para comer», dice ella. «Saímos de casa cargadísimos, cuns cinco tápers, a xente flipa», ríe él. Por la mañana, hacen cardio antes de fichar en sus puestos de trabajo, sobre las cinco o seis de la mañana, después cumplen con sus responsabilidades laborales, y al salir, van al gimnasio a tonificar, entre otras cosas. Cuando llegan a casa, hacen la cena y la comida del día siguiente, y, a lo tonto, «xa son as doce».

UN DEPORTE CARO

El esfuerzo físico y mental es evidente, pero el económico también se hace notar en la vida de esta pareja. «Como un quilo e medio de carne ao día, e supoñendo que fose sempre polo, as contas sairían nuns 360 euros ao mes dirixido só a iso, sen contar cos carbohidratos ou outras proteínas coma o atún ou a tenreira», cuenta Fran con la calculadora en la mano. Y Nay, por su parte, no se queda muy atrás.

Ir a la compra supone un golpe muy duro para su bolsillo. El culturismo no les da dinero, solo ingresan por el patrocinio de ciertas marcas de alimentación dirigidas a deportistas. Están acostumbrados y se apañan como pueden, más difícil se les hace perderse cenas o eventos de amigos y familiares cuando están en plena fase de preparación física. «Imos a acontecementos cando é algo que merece de verdade a pena, pero fáisenos complicado ter que privarnos de comer un mínimo cacho de tortilla, xa que sería como botar a perder o esforzo de todo nun día», indica Nayara. «Todos os que competimos nisto queremos estar mellor do que estamos en canto a entreno e físico, pero hai que saber manexar todo e saber que isto é unha parte da vida, e non a vida», responde Fran sobre si se considera una persona vigoréxica.

Nayara y Fran van al gimnasio sin auriculares, tan solo a disfrutar de la compañía el uno del otro mientras hacen lo que más les gusta: entrenar. Y «muy de vez en cuando» terminan la jornada con un buen plato de sushi.