«Me resisto a la inmediatez del mercado de la música»

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO

Eladio y Los Seres Queridos.  A la izquierda, Eladio Santos
Eladio y Los Seres Queridos. A la izquierda, Eladio Santos Marta Álvarez

Eladio y Los Seres Queridos regresa el viernes a los escenarios de Vigo

25 abr 2024 . Actualizado a las 00:03 h.

Un año después de su última comparecencia, Eladio y Los Seres Queridos regresa a Vigo el viernes con un concierto en Sinattra Club. El grupo ahora está compuesto por Uka Durán, David Outomuro, Adrián Blanco y Eladio Santos.

—¿Ha influido en el directo del grupo la presencia de un teclista?

—Ahora tenemos un sonido más orgánico porque ya no usamos la claqueta. Antes teníamos que llevar cosas pregrabadas y debíamos estar más pendientes, pero ahora podemos improvisar. Todo va más fluido.

—¿Es más roquero?

—Supongo que sí. Para este concierto, como tenemos que recopilar mogollón de canciones, hay momentos muy cañeros, pero también los hay muy dulces. El directo se enriqueció porque está todo más contrastado y pueden pasar más cosas. Quiero que en los conciertos haya vida, pequeñas decisiones tomadas en el momento, y que se toque más en vivo. Era uno de los objetivos del grupo al meter al nuevo teclista, poder hacer los arreglos en directo.

—¿Son elecciones de repertorio democráticas?

—En otros grupos hacíamos como una Eurovisión para elegir el repertorio, pero en este no; lo tenemos bastante claro. También depende del ritmo del concierto; vamos viendo lo que nos puede ir bien. También hay un criterio narrativo, porque no podemos poner todas las baladas bonitas seguidas. En el concierto del viernes recuperaremos dos canciones que hacía años que no tocábamos, aunque cambiándolas.

—¿Como Bob Dylan?

—A mí eso me encanta. Cuando voy a ver un concierto, me gusta que la canción sea distinta. Eso es lo que denominaba concierto vivo. Nos pasa con las canciones de los primeros discos porque, además, éramos muy diferentes. De hecho, tenemos un proyecto para hacer un disco de rarezas. En vez de hacer un disco de grandes éxitos o un directo, que también es un proyecto de futuro, nosotros lo haremos de rarezas, como una versión en gallego de Tiempo futuro.

—¿Le influye la práctica desaparición de los discos físicos?

—Yo sigo trabajando con el pensamiento de que estoy haciendo un disco, porque son canciones que pertenecen a una época determinada y tienen una cierta unidad. Yo me resisto a la inmediatez actual del mercado de la música. No tengo problemas por aceptar el devenir de las cosas, pero no puedo adaptarme a eso.

—¿Volvería a ser músico?

—Me siento satisfecho con todo, pero tampoco me imagino vivir de otra manera. Te vas dejando llevar y todo te va enganchando, aunque a mí no me gusta mucho la forma de vida clásica del rock, pero sí que me parece un privilegio porque es como si continuara jugando en la infancia. Sigo haciendo canciones todas las noches.

—¿Está perdiendo escenarios musicales la ciudad?

—En general, sí se perdió el formato de grupo con canciones originales que puede tocar para un público de 200 personas. Ahora, o los hay más grandes y tienen que entrar en el circuito de festivales o, la otra opción, es el grupo de versiones que puede tocar en todas partes. Se perdió el grupo de canciones originales de clase media. También se nota mucho en Vigo que no haya conciertos en La Iguana porque es un sitio fantástico, es una pena que esté crionizado a nivel de conciertos.

—¿Mantiene la misma actitud en el escenario que cuando empezaba?

—Depende del día y del público. Sí siento que domino un poco más las cosas y estoy menos tenso. Pienso que si tuviera unos años menos, no me preocuparía por ciertas cosas que antes sí tenía en cuenta. Perdí esa preocupación, pero siempre siento responsabilidad porque veo a la gente entrar y pienso que van a verme. Es algo extraño, pero mola. Siempre he intentado poner a mi favor todo lo que pase en el concierto. Eso lo aprendí viendo conciertos. Hay grupos que tienen un problema y lo ponen a su favor. Lo importante es la actitud mental.

—¿Cómo ve ahora el grupo?

—El grupo es el mismo desde hace seis años, pero yo aún lo veo todo muy nuevo y muy fresco. Por eso también nos mola coger canciones antiguas, porque hay cosas que antes no podíamos hacer debido a que no funcionaban en directo fácilmente, y ahora sí se abren más posibilidades.

—Ocurre con frecuencia, especialmente en las artes plásticas, que los creadores realicen un recorrido que tiende a cerrarse con el paso del tiempo. ¿Le pasa algo similar?

—Este año, estuve revisando muchas cosas antiguas y llegué a unas cintas de Foggy Mental Breakdown [grupo en el que militó a comienzos de los 90] y las digitalicé. Y me di cuenta de que hay cosas en aquellas canciones que sigo haciendo. Sí hay un abismo, pero acepto cosas que hice hace muchos años, algo que no me pasaba antes. Yo trato de aprender siempre, especialmente en el ámbito del sonido y la interpretación, no tanto en la composición porque eso no sabes nunca muy bien cómo lo haces. Sí me doy cuenta con la edad de las cosas que se me dan bien, y no puede salir de ahí. Por ejemplo, durante muchos años pensaba que no hacía canciones cañeras y que tenía que hacerlas, pero, llega un momento, que reconoces lo que puedes hacer. En las últimas canciones que estoy haciendo, estoy cantando muy abajo y poniendo la voz muy alta y sin artificios, como reencontrándome un poco. Me recuerda a lo que hacía muy, muy al principio, cuando empecé a cantar. Sí creo que se produce un cierre del circulo creativo con el paso del tiempo.

—¿Qué percepción tiene de cómo lo ven como músico?

—Ahora no sé. Antes, los grupos que venían a La Fábrica, donde trabajo, y me preguntaban el nombre, decían que era como Eladio y Los Seres Queridos, pero ahora me dicen que es como Eladio Carrión, el rapero. Ahí noté un cambio. Sí noto simpatía y respeto.