César Quian

Riazor despide la categoría interiorizando una decepción asumida desde hace tiempo

30 abr 2018 . Actualizado a las 00:56 h.

 Riazor está hecho de una pasta especial. Y ayer volvió a demostrarse. Tras una temporada vergonzosa, en cuya mayor parte el equipo se arrastró sin pena ni gloria por los campos hasta consumar el descenso, la afición blanquiazul dio un ejemplo de civismo y compromiso con unos colores y un escudo.

Con el equipo virtualmente descendido y solo pendiente de un milagro, la hinchada no dio la espalda a los suyos, supo comportarse y murió con dignidad. La tarde no era para grandes alardes de animación, máxime cuando en el minuto 6 el Barça se puso ya por delante en el marcador y alejaba aún más la remota posibilidad. Pero ayer el equipo sí dio la cara y según pasaron los minutos, máxime en la segunda parte, cuando logró igualar los dos tantos de ventaja que habían logrado los azulgranas, Riazor se entregó en busca de una hazaña que, por momentos, parecía factible.

Fueron instantes de conexión de una afición que se veía descendida con unos jugadores que querían despedirse con dignidad.

Hasta que Messi volvió a poner por delante a su equipo y puso la puntilla al descenso blanquiazul. Fue el instante que aprovecharon los Riazor Blues para arremeter contra la directiva y los jugadores.

Ovación a Iniesta

Fue el momento en el que Iniesta, ya aplaudido cuando se le nombró antes del encuentro, saltó al campo ante un Riazor que supo reconocer la trayectoria del campeón del Mundo. No gustó al sector ultra, que comenzó a proferir gritos contra la gran mayoría. En ese instante, como sucedió con motivo del último partido de la Liga pasada, quedó latente el divorcio entre este grupo y el resto. Desde ahí hasta el final, los gritos contra la directiva fueron respondidos con pitos y el silencio se impuso en un desenlace para el que Riazor hacía semanas que se venía preparando, como el que aguarda la muerte de un ser querido.