Patrocinado porPatrocinado por

Un apicultor

CARME ALBORÉS CON CALMA

AGRICULTURA

Imagen de archivo de colmenas.
Imagen de archivo de colmenas. ROI FERNANDEZ

27 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La señora Florentina aún emocionada por la muerte de su marido, toda vestida de luto, se desplazó corriendo al huerto cercano donde este tenía sus colmenas. Sacó del bolsillo unas cintas negras y con unos alfileres las fue clavando sobre cada cortizo, y entre lágrimas les dijo: «Queridas amigas, vosotras formasteis desde siempre parte de nuestra familia ¡y fuisteis muy apreciadas¡, hoy vengo a traeros una triste noticia, vuestro amo ha muerto, y yo quiero pediros que llevéis su recuerdo por los cielos, por los bosques y le comuniquéis esta triste noticia a todas las flores y tú, mi querida reina, manda a tus obreras que fabriquen mucha cera para elaborar los cirios que velen a vuestro amo».

Florentina estaba sentada a los pies del cadáver de su marido. Miró hacia la ventana y vio a varias abejas merodeando tras los cristales, y pensó, ¡pobrecitas, seguro que también desean entrar a darle un último adiós a su amo¡ Entonces abrió la ventana. Los cirios estaban encendidos y a Florentina se le antojaba que ellos también lloraban al ver las gotas de cera que les resbalaban sobre el candelero, incluso cuando una vela ya no pudo más y se dobló sobre sí misma, ella lo interpretó como un desvanecimiento por el dolor.

En aquel caluroso día de verano, una comitiva luctuosa y compungida seguía al féretro acompañada por el lastimero toque de los tañidos de las campanas, pero Florentina oyó el zumbido de unas abejas, un zumbido que se le antojaba muy triste. A la semana siguiente, fue a depositar unas flores en la tumba y algo llamó su atención. Un tremendo zumbido resonaba en el aire, y al mirar hacia arriba, vio que sobre la rama de un árbol había un enjambre de abejas. No le cupo la menor duda que eran las abejas de su marido. Al poco tiempo mandó al marmolista que esculpiese unas abejas sobre la lápida.

Cuando murió la reina de Inglaterra Isabel II, el apicultor real John Chapple comunicó a las 20.000 abejas repartidas en varias colmenas su muerte y les anunció que ahora el rey Carlos sería su nuevo amo.

Escribía Antonio Machado: «Anoche cuando dormía, soñé ¡bendita ilusión¡ ,que una colmena tenía dentro de mi corazón, y las doradas abejas iban fabricando en él con las amarguras viejas, blanca cera y dulce miel».