Jordi Évole: «Confío más en la barra del bar que en Twitter»

J. MORENO MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

El presentador regresa este domingo a La Sexta con una nueva temporada de «Lo de Évole», que se estrena con una entrevista a C. Tangana

21 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Jordi Évole (Cornellà de Llobregat, 49 años) regresa este domingo a La Sexta (21.30 horas) con una nueva temporada de Lo de Évole, donde se traslada a la costa Amalfitana (Italia) para conocer el lado más personal de C. Tangana. A lo largo de las diez entregas, entrevistará a Ana Belén, Albert Pla, Henar Álvarez y el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero por los veinte años de su primera victoria electoral. No obstante, confiesa las dos peticiones rechazadas de entrevistas a políticos que más le han dolido. «Son Isabel Díaz Ayuso y Carles Puigdemont», adelanta.

—¿Qué le ha sorprendido de los entrevistados esta temporada?

C. Tangana me parece uno de los tipos más inteligentes con los que he estado últimamente. Tiene claro, o al menos lo parece, lo que quiere. Es una persona que se reivindica como artista a los 33 años y eso me causa sorpresa, porque no todo el mundo lo dice. Pero cada personaje tiene lo suyo. Con Ana Belén nunca me imaginé que acabaría con ella en un karaoke. Fue muy divertido.

—¿Ha cumplido el objetivo que se planteó cuando dejó «Salvados» para hacer «Lo de Évole»?

—Al principio estaba muy perdido. Tenía claro que quería dejar Salvados, pero no lo que tenía que hacer. Hubo dos factores que me ayudaron. Por un lado, la pandemia, porque empezamos a hacer los programas desde casa y vi que me sentía muy cómodo con las conversaciones más íntimas. Y el otro factor fue la entrevista a Pau Donés, para mí un antes y un después de muchas cosas.

—Ha ensalzado la televisión generalista frente a las plataformas. ¿Lo han intentado fichar?

—Ofertas siempre hay, no te voy a decir que no, pero estoy muy bien donde estoy. Difícilmente encontraríamos un ejemplo de alguien tan privilegiado como yo. Me sabe mal decirlo así, pero es verdad. Hago diez programas al año y seguro que la cadena querría más, pero quiero hacer pocos capítulos porque considero que tienen que distinguirse. No te digo que no pueda cambiar, pero estoy muy bien donde estoy.

—¿Se ha acomodado ya o sigue levantándose mirando con atención las audiencias?

—No, las audiencias me siguen levantando. El lunes ya a mirarlas otra vez, con lo tranquilo que estaba (risas). Creo que es mi obligación estar preocupado por las audiencias. Tengo mucho equipo que quiero mantener, quiero seguir con los presupuestos que tengo y, para eso, tengo que dar unos resultados. La tele funciona así. Con la misma ilusión que tenemos por enseñar la nueva temporada, también hay gente que nos sigue y que quiere ver lo que enseñamos. Y eso es guapísimo.

—¿Entra en X (antiguo Twitter) para ver las reacciones?

Twitter es engañoso. A veces, hay programas con una circulación brutal de mensajes, porque ha sido polémico, pero tienen una audiencia normal. En cambio, hay otras entregas con pocas interacciones y el seguimiento es muy bueno. Confío más en la barra del bar que en Twitter.

—Entrevistó hace una década a Pablo Iglesias y ese programa de «Salvados» se convirtió en uno de los más vistos. ¿Cómo ve la evolución de Podemos?

—Creo que es muy difícil ser Pablo Iglesias. Lo que supuso Podemos en su momento es algo inédito e insólito en lo que ha sido la trayectoria democrática de este país. Colocar un partido a la izquierda del PSOE con unas posibilidades incluso de ser segunda fuerza política o ser primera como vaticinaban algunas encuestas. Eso es un pelotazo que luego te pasa una factura increíble.