«Rock balancing»: las piedras que desafían al equilibrio y al patrimonio cultural y natural

Laura Penayo / C. R.

SOCIEDAD

SIMÓN BALVÍS

Estas polémicas esculturas han generado indignación en las redes por su aparición en lugares protegidos del Reino Unido. Hace unos años amenazaron el castro de Baroña

27 ago 2018 . Actualizado a las 09:15 h.

En Instagram aparecen en más de 70.000 fotos y vídeos. Están presentes en playas, lagos y bosques. Piedra sobre piedra, de menor a mayor tamaño -y viceversa- conforman los pequeños monumentos que desafían a la gravedad y que son conocidos como «rock balancing» o «stone-stacking».

Esta tendencia surgió como disciplina artística en los años 60, pero desapareció tras unos años de práctica. Ahora ha resurgido con adeptos que aseguran encontrar en él un ejercicio de meditación y que es bueno para la salud mental.

En España, el artista Pedro Durán es uno de los más conocidos por llevar estas creaciones a niveles más altos. Tanto que se ha medido a nivel internacional y ha obtenido dos veces el título de campeón europeo en la European Stone Stacking, tras apilar 32 piedras en equilibrio. 

Dice que su éxito llegó «un poco sin querer» y que su travesía entre piedras ha empezado en realidad como una búsqueda de «estado de paz y bienestar», hace tres años y medio. «Ahora veo una piedra y veo una forma. Veo algo bello en ella», dice. 

Actualmente compagina su trabajo de jardinero con las 3 horas diarias que dedica a crear formas con piedras en gravedad. «Intento entrar en un estado de paz y observar con más sutileza cada piedra que quiero utilizar. Fotografío, cojo las piedras y las pongo nuevamente en su lugar y ahí no ha pasado nada»

Para el artista, esta práctica no solo consiste en buscar el equilibrio de las rocas, sino también el equilibrio mental. «El hecho de intentar equilibrar tanto unas rocas, como también puedes equilibrar tres bolas de billar como lo he hecho, te obliga a tener una concentración tan grande que lo que hace es que entras en un estado de meditación y casi hipnosis», expresa.

Lograr esta suerte de éxtasis, según Durán, requiere ejercicios de meditación y control de la respiración. «Yo intento buscar lugares donde se produzca esa sensación de paz para poder conectar con mi interior», concluye.

La popularidad del rock balancing en las redes sociales ha generado que cada vez más personas intenten copiar estas esculturas. Pero en algunas ocasiones, esta manifestación artística ha representado una amenaza para el patrimonio en yacimientos arqueológicos y lugares protegidos. En Reino Unido, la aparición de estas pilas de piedras en el Stowe's Pound, (un sitio que data del neolítico) o en la playa de Skaill, ha provocado indignación en las redes sociales. 

En este sentido, Pedro Durán también hace énfasis en la que él asegura es la principal norma del rock balancing: «el respeto hacia la naturaleza». Sostiene que en este arte efímero se debe hacer uso responsable de las piedras y no dejar rastro en el lugar de las creaciones. «El problema es cuando vas a la orilla de un río y ves una piedra que está un poco enterrada. En los 20 primeros centímetros de la tierra hay todo un ecosistema vivo; no se debería coger esa piedra», recomienda. 

Galicia también sufrió con esta tendencia. Basta con mencionar los apilamientos que se multiplicaron en el emblemático castro de Baroña (Porto do Son) para tener una idea. Aparecieron esculturas por doquier. Y muchas fueron erigidas con piedras del interior del poblado, lo que generó críticas vecinos, visitantes y expertos como los de la Asociación para a Defensa do Patrimonio Cultural Galego. «Una cosa es coger las piedras y hacerlo con piedras sin valor histórico. Pero cuando coges las propias piedras del yacimiento del castro para colocarlas unas encima de otras, es una agresión al patrimonio», asegura Carlos Fernández Coto, presidente de la asociación.

Este arquitecto asegura que la aparición de estas creaciones en terrenos protegidos es una intromisión al patrimonio cultural y recuerda que las normativas establecen que estas intervenciones no están permitidas a menos de 200 metros de un yacimiento arqueológico. «Es algo contemporáneo que puede llegar a banalizar el propio castro, estamos hablando de algo que lleva más de 4.000 años», critica. Coto indica que es preferible que estas esculturas sean presentadas en playas o en lugares donde no representen una amenaza para el terreno.

Según la Lei do Patrimonio Cultural, el caso de las piedras amontonadas en Baroña, al tratarse de un bien de interés cultural, puede tipificarse como falta grave o muy grave, con infracciones que oscilan entre los 6.000 hasta el millón de euros.