«The Crowded Room»: derroche de medios para una serie fallida

Iker Cortés MADRID / COLPISA

PLATA O PLOMO

El actor Tom Holland, en la serie
El actor Tom Holland, en la serie .

Pese a su atractivo arranque y su interesante puesta en escena, la ficción de Apple TV+ protagonizada por Tom Holland descarrila sin remedio

05 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Los primeros compases de The Crowded Room, una de las nuevas series de Apple TV+, son tan atractivos como desconcertantes. Danny (Tom Holland), un joven greñudo, viaja en el metro de Nueva York aferrado a una bolsa de papel a la que no quita ojo de encima. A su lado, Ariana (Sasha Lane) le dice que si no está seguro de lo que va a hacer, aún se puede echar atrás, pero Danny parece decidido. El estilo visual es, sin duda, magnético. La cámara sigue a los personajes por la espalda y cuando salen de la estación del metro, la cálida luz del día -el arranque es sorprendentemente luminoso- baña los enormes rascacielos de la ciudad. Un contrapicado de los personajes deja claro lo pequeños que son ante la inmensidad de la ciudad que nunca duerme.

Pronto, lo que se entreveía por la ropa y los peinados se constata por los vehículos aparcados en una de las avenidas de Nueva York y los carteles que anuncian un próximo concierto de Frank Sinatra: la ficción se ambienta a finales de los setenta.

Ariana y Danny aprovechan el cristal de un escaparate, que les devuelve mil y un reflejos de sí mismos y de los demás, para confirmar que el objetivo, un tipo del que no sabemos nada, acaba de salir de trabajar. Cuando irrumpen en la plaza Rockefeller detrás del hombre, la acción se acelera. Danny le grita que se gire y Ariana le exige al chaval que dispare sin pensárselo dos veces, pero nuestro protagonista se bloquea y el tipo escapa. Ariana arrebata entonces la pistola al joven y dispara varias veces al desconocido hasta darle en un hombro. Tira la pistola al suelo y va tras él. En ese momento, Danny coge el arma y escapa corriendo perseguido por la policía.

Después de varios días desaparecido, el chaval es detenido, pero no hay ni rastro de Ariana ni tampoco de Yitzhak (Lior Raz), el casero de la pensión en la que ambos vivían. No hay arma, tampoco cadáveres, y sí un charco de sangre y alguna bala, pero la policía Rya (Amanda Seyfried) está dispuesta a llegar al fondo de todo este asunto.

Dos líneas temporales

Tras una secuencia de créditos con pinturas animadas -Danny se pasa el día dibujando y pintando- sencillamente espectacular, da comienzo una ficción cuya estructura, en realidad, hemos visto una y mil veces y que juega con dos líneas temporales: la de las entrevistas entre la policía y el arrestado, a la espera de juicio, y la del pasado en el que se trata de reconstruir ese puzle roto con las claves de lo que ha pasado.

Poco a poco los episodios -son diez, en total, y se antojan excesivos- van sacando a la luz el complicado desarrollo hacia la madurez de Danny, un chico tímido, introvertido y un poco friki, que malvive junto a su madre Candy (Emmy Rossum) y un padrastro a quien no soporta encarnado por Will Chase. Y la primera fricción del serial se impone ya con un cásting desacertadísimo porque Tom Holland tiene 27 años y Emmy Rossum calza 36. Imposible.

No es que Danny esté solo en el mundo. En esta situación de trauma y precariedad, sus amigos Jonny (Levon Hawke) y Mike (Sam Vartholomeos) son su gran apoyo, pero tras una serie de problemas con unos chicos del instituto conoce a Yitzhak y Ariana, que acaban convirtiéndose en su familia.

Sin duda la ficción, creada y escrita por Akiva Goldsman, guionista de Una mente maravillosa y responsable en buena medida de las últimas series de la franquicia Star Trek, juega en todo momento con la sorpresa y la extrañeza, pero sin preocuparse tanto por la coherencia del relato. Y tiene momentos bochornosos -el final del primer episodio con la inspectora lanzando una sartenada de preguntas al sospechoso como si estuviera haciendo un avance del resto de episodios-. Puede que sea algo buscado, el problema es que a medida que los capítulos avanzan lo que ocurre en ellos deja de importar y uno tiene la sensación de seguir frente a la pantalla solo para descubrir qué demonios está pasando en este thriller psicológico y criminal.

El título de la serie, algunos detalles visuales y un rótulo al final de cada capítulo que muestra una dirección web por «si tú o alguien que conozcas necesita ayuda» ya lo apuntan desde el inicio y si uno sigue la pista de los créditos, que expone en qué libro se ha inspirado The Crowded Room, la respuesta la obtiene casi al instante. Y mejor eso que perder diez horas delante de una serie que derrocha medios y talento interpretativo pero cuyo desarrollo resulta mediocre.

El propio Holland ha salido al paso de las malas críticas que ha recibido la ficción. «No es un secreto que mi serie ha sido reseñada terriblemente», explica el actor en una entrevista para Get a Job!. En ella, reconoce, con humor, que ha desarrollado un parapeto hacia las críticas y dice que le viene por ser fan del Tottenham, el club de fútbol británico que «nunca ha ganado nada», en sus propias palabras.

Pese a todo, está convencido de que la serie habrá valido la pena si contribuye a difundir el mensaje que es que «pedir ayuda es algo que debemos celebrar como sociedad. Es un acto de valentía. Si de algún modo puedo hacer sentir a la gente empoderada al decir 'No me siento bien, necesito ayuda, de verdad', entonces habremos logrado lo que nos propusimos».