Cinco selectividades, dos carreras y una FP para llegar a Medicina: «Me da vértigo pensar en la edad a la que voy a tener mi plaza»

SELECTIVIDAD

Foto de archivo del inicio de curso en la USC, el pasado mes de septiembre
Foto de archivo del inicio de curso en la USC, el pasado mes de septiembre Sandra Alonso

Pasó por Biología con la idea de entrar en Odontología, pero terminó sacando plaza en Enfermería y cursando paralelamente un ciclo superior de Higiene Bucodental. Ahí se dio cuenta de que su verdadera pasión era ser médico

22 mar 2024 . Actualizado a las 16:39 h.

Aitor Fernández no creció con la idea de ser médico. De hecho, más que vocación, lo suyo con los hospitales fue un flechazo. Enfermero de profesión, comenzó a fantasear con la idea cuando, en su segundo año de carrera, aterrizó en la planta de Oncología del Hospital Clínico de Santiago. «Yo envidiaba su trabajo, me gustaba en el día a día. Yo lo que quería era operar», cuenta este joven de 23 años. A medida que pasaban las jornadas laborales, veía como todo lo que había construido hasta el momento —la ilusión, señala— se desmoronaba. Tenía la opción de omitir aquello que estaba floreciendo en su interior y continuar con el año y medio que le quedaba de grado. También la de dejarlo todo y comenzar desde cero. Él, sin hacer caso a su entorno —es demasiada carga, le decían— decidió mezclar las dos: «Me da vértigo pensar en la edad a la que voy a conseguir mi plaza fija, pero tengo que ser coherente con lo que decidí. Ahora podría estar trabajando de lo mío y cobrando, pero tomé un riesgo y prioricé el futuro. Como dicen los niños, yo de mayor quiero ser médico».

Cuenta la historia en tres partes y la primera comienza antes de entrar en la carrera en la que ahora mismo está graduado, Enfermería. Cursó un bachillerato de Ciencias y una primera selectividad con la idea de empezar en Odontología. «No tenía claro como era el proceso, no sabía lo que eran los cortes», recuerda el joven. La puso de primera opción y seguida por el grado de Enfermería en las tres universidades gallegas, pero en la primera convocatoria tan solo sacó plaza en la alternativa que había incluido «por si acaso», Biología. Dos meses duró hasta que se movieron las listas y lo llamaron desde la USC cuando el curso ya había comenzado: «Le comunicamos su admisión en la Facultad de Enfermería». Al año siguiente preparó de nuevo selectividad, primero para la convocatoria de junio y luego para la de septiembre, y aunque mejoró su nota en unas décimas, se quedó a las puertas de su ansiada Odontología. Era el destino: «Ya está, Aitor, ahora te centras en Enfermería, que te está gustando», se dijo a sí mismo. 

Pasaron los años y fue en su primer trabajo como enfermero de prácticas cuando las dudas le volvieron a asaltar. Esta vez ya no era por Odontología, si no por Medicina. «Mi cabeza hizo clic y empecé a buscar opciones. Las notas de corte después de la pandemia se dispararon y, en comparación con la del resto de la gente, la mía era muy baja. Yo tenía un doce con mucho y si hubiera querido entrar en mi año lo podría haber hecho, pero era una opción que ni siquiera barajaba. Hay que tener en cuenta que, aunque parezca una diferencia ínfima, cada milésima se nota», recuerda. Podría haber repetido de nuevo las troncales de selectividad, pero creyó que era mejor opción matricularse en un ciclo de FP que le convalidara la nota de toda la fase general —también del porcentaje que depende de bachillerato— para asegurarse una media de diez. Eligió uno de Higienista Bucodental, porque si la Odontología siempre le había llamado la atención, «por qué no, puestos a estudiar, tirar las horas hacia ahí».

Lo hizo a distancia y lo empezó mientras estaba en el segundo cuatrimestre de tercero de carrera. Aunque la duración estándar es de dos años, él decidió juntarlo todo en uno y medio para terminarlo a la vez que Enfermería. Como curiosidad, cuenta que el último examen del ciclo le coincidió el mismo día que su graduación de la universidad: «El 20 de mayo del 2022 a las nueve de la mañana —sí, recuerda día y hora— tuve en Madrid —porque aunque cursaba la FP online las pruebas eran presenciales—, el último examen del ciclo. Ese mismo día, a las cinco de la tarde, empezaba el acto de graduación en Santiago. Cogí un avión después de comer para llegar a tiempo». En junio terminó Enfermería, rozó la ansiada media de diez en el ciclo y repitió las materias específicas de selectividad llegando a ese 13 en el que estaba el corte de Medicina. Sí, en cuatro años hizo cinco selectividades, una carrera y un ciclo superior de la FP, pero hubo un momento en el que pensó que sus esfuerzos habían sido en vano.

«Exactamente tenía un 12,99, un poco más de la nota de corte del año anterior. Estaba tranquilo, pero justo unos días antes de publicarse las listas empezaron a salir noticias de que era el año en el que más gente se había anotado. En el primer corte la carrera se cerró y yo me quedé fuera. La nota era un 13,05, y en esas seis centésimas que la separaban de la mía recuerdo que había muchas personas», rememora el joven. Pero, contra todo pronóstico, el 28 de agosto —también recuerda el día exacto— le llegó un correo electrónico de la USC: estaba dentro. «Me acuerdo de que iba en el coche con unos amigos, me dio por coger el móvil y vi el mensaje. Lo primero que hice fue mandarle la captura a mi familia, que estaban más contentos que yo. Ellos fueron los que me habían visto esforzarme y, otra vez más, no tener resultados», explica. 

En la USC, gran parte de los universitarios que deciden cambiar de opción tras cursar el primer año pertenecen a la rama de ciencias. En concreto, según los últimos informes del Ministerio de Universidades, Enfermería es el grado de Santiago que registra una mayor tasa de movilidad: el 20% de los estudiantes lo dejan en un momento u en otro. El caso de Aitor no fue exactamente ese, porque él, en vez de dejarla para empezar una nueva, la terminó y, ya graduado, comenzó todo otra vez.  «Si no hubiera entrado en esa convocatoria, mi idea era trabajar como enfermero ese año y volverlo a intentar en junio. Tenía claro que lo iba a repetir las veces que hiciera falta», sentencia el joven.

La «Guía de Estudios Superiores» de La Voz, el 7 de abril

Hay una revista que tiene toda la información para orientar a los estudiantes gallegos que terminan bachillerato, y además es gratuita. Se llama Guía de Estudios Superiores de Galicia, es de La Voz de Galicia con el patrocinio de la Universidade da Coruña, y se repartirá gratuitamente con el periódico el próximo 7 de abril, el domingo siguiente a Semana Santa.

En sus páginas se pueden encontrar detallados los 180 estudios superiores, entre ciclos de FP o artes plásticas, y grados universitarios o de enseñanzas artísticas. Están organizados en tres grandes áreas: ciencias, ciencias sociales y artes/humanidades. A partir de ahí, las titulaciones se suceden en las páginas en grupos temáticos, aunque es imposible compartimentar los estudios porque la mayoría tiene diferentes salidas que se conectan entre sí. Un índice alfabético permite encontrar el estudio fácilmente.

De cada titulación se indican los lugares dónde se imparte la docencia, las notas de corte del curso pasado y las salidas profesionales. También suelen aparecer menciones a las asignaturas, las especialidades o alguna curiosidad de la titulación. Hay trece entrevistas a profesores y alumnos de las diferentes opciones, que cuentan su visión de lo que se aprende en ellas.

La información práctica de los estudios se completa con otra igual de útil sobre los accesos a cada estudio, los alojamientos o las becas, además de consejos para que los alumnos encuentren su camino y su familias les ayuden a hacerlo.