¿Es posible contentar a todo el mundo en Santiago con el nuevo mobiliario urbano? Este «banco boomerang» y la marquesina de Concheiros demuestran que no

O.S. SANTIAGO

VIVIR SANTIAGO

Mosteiro

La instalación de un nuevo banco en la rúa Pastoriza, reabierta la semana pasada al tráfico, abre un amplio debate en redes sociales, a favor y en contra. En febrero la marquesina del cruceiro de San Pedro no convenció a todos los vecinos

25 abr 2024 . Actualizado a las 09:54 h.

El pasado sábado, una foto compartida por un vecino de Santiago en un activo grupo de Facebook en el que participan muchos compostelanos, volvía a encender el debate, a favor y en contra, sobre el nuevo mobiliario urbano en la ciudad. En esta ocasión, la foto recogía el nuevo banco instalado en la rúa Pastoriza, una calle que, tras largas obras, reabrió totalmente al tráfico la semana pasada.

Del banco, al que en redes ya se conoce como «banco boomerang», se criticaba -en esa publicación- que estuviese en el medio de la acera, «obstaculizando» el paso por la parte central, un lamento que muchos otros usuarios no comprendían. «No entiendo exactamente por qué no os gusta (…) Estoy un poco perplejo» o «Non pode ir pegado á parede porque un invidente tería complicado pasar», fueron solo algunas de las respuestas que obtuvo el autor de la publicación, alabando la mayoría el amplio espacio que deja en la acera un banco que, en cualquier caso, es parejo a otro que ya había desde hace años en la acera de enfrente, y que formaba del mismo proyecto.

Mosteiro

La principal conclusión de muchos es que es difícil que una intervención en la calle logre el consenso general. «Da igual donde lo pongan, nunca va a estar al gusto de todos», fue un comentario que sí logró consenso.

Hace meses, la instalación de una marquesina en la zona del cruceiro de San Pedro llevó a otros vecinos de Santiago, a los de Concheiros, que llevaban más de un año esperando a que el Ayuntamiento instalase una marquesina del transporte público en esa parada, a trasladar sus lamentos y discusiones también a las redes. «Marquesina de juguete», «caja de cerillas» o «media marquesina», fueron solo algunos de los comentarios vertidos por los afectados, criticando en ese momento la falta de un asiento que, con el tiempo, se solucionó. La dificultad de no mojarse dentro o la ausencia de espacio -«sacar ticket para poder entrar por turnos»-, fueron otras de las críticas compartidas por los usuarios, llegando una asociación vecinal a hablar de «proyecto fallido». Frente a ellos se situaban algunos usuarios que defendían que era una marquesina que pasaba desapercibida y era acorde al entorno, sin entorpecer la visualización de la casa que está detrás, agradeciendo sobre todo que se respondiese con ella a una larga demanda. Opiniones enfrentadas que inciden en la pregunta de si es posible que una intervención en la calle sea, de forma unánime, bien acogida.

«Iso non é nada sinxelo, debido á falta de uniformidade na valoración ou a ausencia de criterios comúns. É difícil, por non dicir que imposible, contentar a todo o mundo», opina el arquitecto Xosé Allegue, señalando lo que puede llegar a concitar más adhesión. «Creo que, en xeral, a xente o que máis aprecia é que as cousas funcionen ben. Máis que compartir veleidades estéticas, valoran a utilidade do que se fai. Por exemplo, no caso dunha marquesiña, o principal sería que cumprise a súa función de protección ou resgardo, tanto da chuvia, como do vento ou o sol, tendo, ademais, a capacidade para acoller a catro o cinco persoas», razona.

Mosteiro

«No caso do banco, e apreciando a súa beleza a nivel estético, para min é es innegable que deixa espazo suficiente para pasar e, sobre a cuestión de estar ou non en sombra, aínda resta que se lle sitúen dúas árbores diante», señala, contemplando la imagen. «Eu creo que ao banco, en días fríos de inverno, lle pode pesar o ser de pedra, aínda que é certo que tampouco están pensados para estar moito tempo sentados neles. Creo que é unha estrutura que favorece as calidades estanciais, é dicir, para estar, ou socializar, na rúa, algo que tamén se acostuma a valorar xunto a súa utilidade, que realmente é o máis importante. Se algo funciona, é cando gañas consenso», remarca.

«En arquitectura fálase moitas veces da tríada de Vitruvio, un arquitecto romano do século I a.c. que sostiña que as obras de arquitectura deben exhibir tres calidades, a firmitas, a utilitas e a venustas, é dicir, deben ser sólidas, útiles e fermosas. Cando alguén a pie de rúa logra un equilibrio entre as tres, acostuma a ter maior aceptación», razona.