Los usuarios del transporte público entre Santiago y Ribeira se hartan del servicio: «El autobús a veces llega tan tarde que se salta un horario»

VIVIR SANTIAGO

CARMELA QUEIJEIRO

La lista de quejas que acumulan los viajeros hace referencia también a averías frecuentes, caos entre los chóferes o paradas inventadas

05 nov 2023 . Actualizado a las 21:53 h.

El servicio de transporte público en Santiago de Compostela es, como cualquier compostelano sabe, motivo de quejas un día sí y otro también. y, cuando se habla de movilidad interurbana, la cosa no mejora. La línea entre la capital gallega y la barbanzana, Ribeira, es una de las que más críticas concentra, llegando hasta su concello a denunciar los «incumprimentos flagrantes» que la empresa Monbus comete en este y otros servicios. Por supuesto, quien primero nota estas irregularidades es la gente, los usuarios, esos que cada día combaten con el transporte más que aprovecharse de él.

«Con Arriva no estábamos bien, había problemas y pocas soluciones, pero desde la llegada de Monbus a nuestra línea todo empeoró mucho». Habla Daniel Monteagudo, un joven de Ribeira que usa de manera frecuente el bus a Santiago por causas laborales. Concreta los problemas, poniendo como ejemplo de ellos el hecho de que, con la anterior firma, «existían descuentos mucho más atractivos, de modo que por unos 150 euros al año podías cubrir todas tus necesidades dentro de él». Critica, en ese sentido, que Monbus ofrezca en su lugar solamente a una oferta mensual, «que otorga muchos viajes pero para ser consumidos solamente en el plazo de esos treinta días, de manera que una gran cantidad se quedan sin gastar».

Por otra parte, en materia de averías, relata el joven que nada más que en estos últimos dos meses vivió varias situaciones que le hicieron sentir hasta miedo. «En un trayecto directo, sin parar entre Ribeira y Santiago, recuerdo que el el bus comenzó a ir muy despacio por la autovía, hasta el punto de que, sobre la entrada de O Milladoiro, se detuvo por completo. Fue en ese momento en el que el chófer se bajó para ir a revisar el motor y, pasados unos minutos, volvió a su puesto para decirnos que hasta ahí habíamos llegado, que el bus estaba averiado». Consiguió el conductor que el autocar llegase hasta A Choupana, entrando en Compostela, «y ahí nos bajó a todos».

Ya no le pone problema siquiera a los horarios, «a pesar que desde la propia estación de Ribeira no hay día que no salga diez minutos tarde», algo que sí quiere señalar Rut Alfonsín, otra joven usuaria del servicio, al serle necesario para unir su casa los fines de semana con sus actividades estudiantiles de lunes a viernes en la Universidade de Santiago (USC).

«Es raro el día en el que el autobús no acumula un retraso de al menos 20 minutos al llegar a la última parada, habiendo ocasiones de pasar de los cuarenta», expone Rut. Cuando este fenómeno se multiplica, directamente «hay a veces llega tan tarde el bus que se salta un horario, pasando el servicio de las once directamente al de la una, sin el de las doce, por ejemplo».

En ese sentido, Daniel Monteagudo pone sobre la mesa el caso de un autobús que planeaba coger, en este caso para ir a Boiro desde Ribeira, el cual «nunca llegó a aparecer». Su salida estaba prevista para las doce y media, pero en todo el tiempo que estuvieron esperando él y su pareja, afirman que no hizo acto de presencia ningún vehículo. «¿Quién se va a fiar de este servicio, si ni ellos cumplen lo que dicen?».

Manuel Sieira, otro viajero frecuente en el servicio entre Santiago y Ribeira (y viceversa), corrobora lo expuesto por los otros usuarios y, por añadir, comenta el hecho de que a los autobuses más viejos, «que son la mayoría en circulación», no se les puede poner buena nota en su higiene, pues «resulta común encontrarse chicles pegados por todos lados, por no hablar de la propia estructura del habitáculo de los pasajeros, por la que se cuela incluso el viento, generando un frío bastante intenso dentro».

Desorganización total

«Hay veces que ni los propios conductores saben explicar qué está pasando», expone Monteagudo. En muchas ocasiones, al pedir explicaciones sobre por qué tarda este o el otro servicio, o qué ruta lleva en concreto, «no se esfuerzan en responder o directamente dicen que lo consultan porque no saben».

Pone como ejemplo el caso de hace un par de domingos, cuando iba a coger un bus para Santiago que va antes de llegar a la capital por los hospitales. Cuando se acercó a la estación de Ribeira vio que tan solo había una unidad cuyo letrero lo señalizaba como autobús normal, directo, sin la peculiaridad de las paradas en los hospitales clínico (CHUS) y de Barbanza. Cuando le preguntó al conductor su duda, este le cerró la puerta de acceso en la cara, según su relato.

Cuando por fin apareció el autobús que él buscaba, le preguntó a su chófer que a qué se debía la presencia del otro vehículo, si no aparecía recogido en ningún horario ni tampoco en Internet. Este, incrédulo, le contestó que no lo sabía, argumentando que tenía que haber algún tipo de fallo. Poco más tarde, «tras hablar con otros trabajadores», le dijo que había sido una excepcionalidad de ese día. «No entiendo de qué sirve un servicio que no se ha anunciado en ningún sitio y que escapa de toda norma previa», reflexiona el muchacho.

Echando la vista atrás, hace referencia a un ocasión en la que un chófer lo dejó en tierra diciéndole que a él «no le tocase los huevos» y que pusiera una hoja de reclamaciones si quería. «¿Qué haces ante eso? Yo llegué tarde a trabajar por culpa de la mala organización de la empresa, ponga hoja de reclamaciones o no»

Rompe una lanza a favor de los chóferes Manuel Sieira, quien asegura que la práctica totalidad de ellos «ponen la mejor de sus caras ante los problemas que muchas veces se les plantean, ayudando siempre que pueden a los usuarios aunque estos a veces se comporten un poco como críos».

Añade Rut Alfonsín, sobre el asunto de las paradas, que para salir de Santiago hay dos posibilidades, «embarcar en la estación intermodal o hacerlo en el hotel Peregrino». Ahora bien, indica la joven que en muchas ocasiones le ha pasado que, para coger el autobús de la una en dirección Ribeira, tiene que irse a la parada del campus sur de la USC, al lado de su campo de fútbol. No tiene idea de por qué: «Es algo que simplemente hay que saber, ya que además no está indicado en ningún lado, con el perjuicio que eso tiene para muchos usuarios poco habituales».