La zona vieja de Santiago, ante el abismo de la pérdida de su población y su comercio: «Semella máis unha aldea que un barrio»

Andrés Vázquez Martínez
Andrés Vázquez SANTIAGO

VIVIR SANTIAGO

Joyería en el casco viejo.
Joyería en el casco viejo. Sandra Alonso

Representantes vecinales y expertos en geografía, historia y derecho analizan la situación y el futuro del casco histórico compostelano

30 sep 2023 . Actualizado a las 12:08 h.

En Santiago de Compostela, donde había ultramarinos, hoy hay tiendas de recuerdos. Aquellos que han sobrevivido mutaron para convertirse en comercios delicatesen, caros y dignos de una ocasión especial, pero no del día a día. Los negocios de la zona vieja, y con ellos los servicios de los que allí disponía el ciudadano, se han ido borrando poco a poco del mapa, luego de un verano que para muchos ha dejado claro que sus calles, como mínimo, tienen propiedad compartida entre el compostelano y el peregrino.

El comercio de la parte antigua de Compostela languidece entre alquileres por las nubes, pérdida de clientes y falta de tejido vecinal y comunitario que lo sustente. Si bien a día de hoy su gran centro en este sentido es la plaza de abastos, la zona vieja ha ido perdiendo su movimiento comercial desde hace décadas, cuando los primeros ultramarinos y tiendas de ropa comenzaron a cerrar. La alternativa que los sustituyó no parece ser la más rentable, pues verano tras verano las tiendas de regalos lamentan que hay «mucho mirón pero poco comprador», expresión repetida tanto en el año 2022 como en el siguiente, el 2023, a pesar de que tanto uno como el otro supusieron nuevos récords de pernoctaciones en Santiago.

Ha sabido blindarse el mercado de abastos, a pesar de que algunos de sus puestos ya fíen todo su futuro al turista. Allí sigue habiendo compradores, seguramente menos de los que les gustaría a los placeros, pero existen y son fieles. Lo aseguran en muchos puestos, como en la carnicería José Cardelle, que llevan a día de hoy sus hijas, Carmen y Dolores, siendo un ejemplo de negocio que funciona y que se adapta a los tiempos a través de un comprometido relevo generacional, que no se prodigan mucho.

La situación llega a tal punto que pocos aguantan. Más allá de incombustibles, como Cepeda o la panadería de Mercedes Noya, ese mito de la Algalia que no necesitó nombre en noventa años, todos los negocios han recolocado ya sus velas a favor del viento que traen el Camino y el turismo. De ese modo, en unas calles que tienen vida o de noche por los estudiantes o solo en verano por los visitantes, pocos quieren vivir, máxime cuando el alquiler que se pide está por la nubes, en un piso que echa para atrás solamente por lo viejo y desactualizado que está y para el que no vale la pena ni interesarse en lo que cuesta comprar o hipotecarse.

«A zona vella non é un barrio. De feito, parécese máis a unha aldea, tendo en conta como é hoxe: sen un centro claro, con veciños dispersos e cada vez máis carente de servizos para a veciñanza. É por iso que por diante ten retos moi importantes que solventar no seu futuro cada vez máis inmediato». Desde el vecino barrio de San Pedro se alza la voz de Mercedes Vázquez Bertomeu, doctora en Historia y directiva de la asociación de vecinos A Xuntanza, vinculada al barrio de San Pedro, desde hace más de veinte años. Esta es una de las zonas más dinámicas de la ciudad a día de hoy, al menos en el imaginario popular de los picheleiros o quizás en comparación con otras partes de Compostela.

El de San Pedro es uno de los bares con mayor personalidad de Compostela, pero su asociación de vecinos espera que tenga que afrontar grandes retos en el futuro.
El de San Pedro es uno de los bares con mayor personalidad de Compostela, pero su asociación de vecinos espera que tenga que afrontar grandes retos en el futuro. XOAN A. SOLER

En San Pedro se siguen jugando el futuro cada día que pasa a pesar de que han logrado superar el primero de los obstáculos, ese que parece que no ha conseguido salvar la zona vieja y que tiene que ver con la habitabilidad y el turismo. «Nestes momentos temos por diante retos moi importantes, como o prezo dos alugueres, igual que outros moitos lugares. Agora ben, aguantamos o tipo cando menos nun primeiro momento, que xa se extende durante anos, á hora de ser capaces de manter o noso comercio e de atraer familias, sendo un barrio onde hai moita xente de mediana idade e nenos».

Se piensa de ellos, señala Bertomeu, que son un barrio «de modernos» por su carácter propio. Esto está relacionado con que se ajusten a la definición más tradicional de barrio, que es una pequeña ciudad, «concretamente unha cidade de quince minutos, atendendo ao falar de hoxe en día». No tienen que salir de sus calles para conseguir todo lo que necesitan, «comprando e habitando nel».

Bajo el punto de vista de María José Piñeira, vicedecana de la facultad de Xeografía e Historia«non parece que a zona vella se vaia converter nunha cidade de quince minutos», a pesar de que a día de hoy esté buscando su identidad como barrio, aparentemente fracasado su espíritu de centro. «Os elevados alugueres dos baixos comerciais poñen moi difícil a todo aquel que desexe apostar por abrir un negocio aquí o enfrontarse aos gastos que lle vai supor facelo, por non falar dos escasos clientes que podería ter».

El trabajo y los servicios, dos caras de una moneda

El primer motor que tiene que moverse para que la actividad económica y la vida en la zona vieja se reactiven es el del trabajo. El propio comercio, por supuesto, supone empleo para quien lo desarrolla. Si bien la plaza de abastos es hoy uno de los centros económicos y de servicios más importantes del casco histórico, «hai moitas oportunidades que se están a deixar pasar», según el criterio de Bertomeu, que tiene su oficina de trabajo, precisamente, ante el pazo de Fonseca.

Por analizar el punto de partida, Mercedes Bertomeu entiende que el comercio que antiguamente tenía la zona vieja y que a día de hoy ha ido perdiendo se componía de tiendas de proximidad, sí, «pero tamén de moitos outros establecementos que hoxe teñen o seu espazo no ensanche, o auténtico centro da cidade para quen non vive no centro da cidade, onde están as grandes cadeas de roupa, as de deportes ou mesmo os grandes supermercados». Ese comercio lo tenía antes el casco viejo y era un comercio de ciudad, pero no de barrio, según la visión de la representante de San Pedro.

La plaza de abastos representa uno de los centros de comercio más importantes.
La plaza de abastos representa uno de los centros de comercio más importantes. PACO RODRÍGUEZ

De todo eso, poco queda. Los ultramarinos y las tiendas pasaron a la historia, «quedando tan só un supermercado en toda a zona vella, o do Toural, algo que é moi sintomatolóxico do que está a pasar alí, unha demanda cada vez máis baixa froito do progresivo despoboamento», como dice María José Piñeira. A pesar de todo, destaca que el casco viejo compostelano no es de los que más graves se encuentran en lo tocante a su desertificación y conversión «nun parque temático para turistas», contándose por decenas las ciudades europeas en peor situación. «De feito, o de Santiago é un centro monumental bastante dinámico».

No piensa lo mismo Bertomeu: «Agora mesmo a zona vella é un buraco negro, pois a xente pode pasar anos sen pisalo e non botar nada en falta», apunta la historiadora. En su opinión sería importante aprovechar el poder que tienen sus edificios para ser convertidos no solamente en viviendas, también en oficinas o en despachos. «Nada máis que ao pasar os profesionais para ir e vir aos seus postos de traballo poden parar a mercar o pan, a mercar froita ou a, tamén e por suposto, tomar un café no bar de abaixo».

Es una receta que emana de la experiencia de San Pedro, donde existen profesionales de todo tipo viviendo y desarrollando sus actividades. También otros que solamente están allí trabajando, o que pasan por la zona caminando desde su centro de trabajo a su casa, y viceversa. «O que teñen en común e que paran a mercar e tamén forman parte do barrio, sendo o seguinte paso o de quedarse a vivir». En este sentido, recuerda la incapacidad que tiene Compostela de anclar estudiantes una vez terminan sus grados en la USC, precisamente por falta de oportunidades laborales.

La vivienda: incomodidad y carestía

Luego de trabajar, el siguiente paso es vivir, al menos para algunos. Esto es algo que se hace complicado en el casco histórico por sus alquileres y por lo difícil que es acondicionar allí una casa a las necesidades de sus habitantes, dadas las normas del plan especial de la zona vieja y las de Patrimonio. Para Mercedes Bertomeu no es la gran clave, pero Roberto Almuiña, presidente de la asociación de vecinos Fonseca (del casco viejo), sí subraya su importancia dada la situación actual. Hay que destacar que en la parte histórica de Santiago no viven más de 4.000 vecinos, «moitos deles persoas maiores que teñen que enfrontarse á súa propia casa ou edificio ás veces, precisamente, porque non poden adaptalo ao seu xeito de vida ou mesmo ás súas necesidades», en la voz de Almuiña.

El abogado Javier Curros, experto en derecho administrativo y, en especial, en licencias, desentraña el problema desde el despacho compostelano Curros y Fanego. Existe para él una doble vertiente en este caso: por un lado, y con menos peso, la dificultad de los trámites para conseguir un permiso de obra que rehabilite una vivienda dentro del respeto a la protección del entorno monumental, y por otro la gran carencia de personal que tiene el concello para tramitar las licencias, «algo que obstaculiza y mucho la llegada a buen puerto de muchos proyectos».

El supermercado del Toural es el único que existe en toda la zona vieja.
El supermercado del Toural es el único que existe en toda la zona vieja. SANDRA ALONSO

«El plan especial del casco histórico es muy duro con las rehabilitaciones, dado que impone muchos trámites. Además, si el edificio en cuestión sobre el que se quiere operar está catalogado, no solamente deberá conseguir el visto bueno del concello, también habrá de lograr el informe favorable de una comisión de expertos externos al ayuntamiento y que posee criterios lógicamente subjetivos, al ser personales, para determinar si una remodelación rompe la estética monumental o no».

Explica Curros que muchas veces, incluso con el beneplácito del consistorio, las obras no salen adelante por la negativa de esta comisión, «que además es extremadamente lenta en su toma de decisiones». A todo esto hay que añadir que el interesado en comprar un piso en la parte monumental de Compostela ha de tener el dinero para pagarlo, «pero también para irse a vivir a otro lado mientras que todos los procesos se llevan a cabo, y ya se ve que no son cortos».

Se ha señalado en numerosas ocasiones que otra de las causas de expulsión de población de la zona vieja es su ocio nocturno y su hostelería, que no lleva muy bien, por ejemplo en la zona de San Paio de Antealtares, el cumplimiento de las normas municipales de ruido. Para el abogado Javier Curros es más de lo mismo: «Falta de profesionales que apliquen las normas, igual que con otro de los problemas que enfrenta el casco histórico, las viviendas turísticas ilegales, que a pesar de que existen unas reglas para ellas nadie hace que se apliquen ni que se cumplan, operando muchos pisos de manera ilegal sin consecuencias».

La movilidad

Para que la gente trabaje en la zona vieja, «mesmo ata aquela que non vive alí», en palabras de Bertomeu, «ten que existir unha rede de transporte e de mobilidade á altura». Este último es Roberto Almuiña, presidente de la asociación vecinal Fonseca, quien lo afirma, siendo muy claro a este respecto en sus consideraciones. Sostiene que Santiago de Compostela tendrá un futuro peatonal y que este pasará por un modelo de transporte público eficiente, o no pasará.

Los turistas dinamizan la plaza de abastos durante el verano, aunque hay negocios que ya se centran exclusivamente en ellos.
Los turistas dinamizan la plaza de abastos durante el verano, aunque hay negocios que ya se centran exclusivamente en ellos. PACO RODRÍGUEZ

«Penso que se deben dar aos conductores mellores alternativas que conducir, esa é a gran pedra sobre a que debe xirar todo isto», apunta Almuiña. Es por ello, justamente pensando en los trabajadores que podrían acercarse a vivir o a hacer sus prácticas laborales en la zona vieja, que el presidente de Fonseca defiende el establecimiento de un transporte urbano común en Santiago y sus ciudades cercanas, donde mucha gente vive, como Sigüeiro, O Milladoiro y Bertamiráns o Teo . «Requírese un plan supramunicipal».

El Concello de Santiago, a través de la alcaldesa Goretti Sanmartín, ha mostrado su compromiso con la llegada de cambios a la zona vieja que la hagan más habitable. La recomendación que le hacen desde las asociaciones de vecinos es sencilla, en palabras de Mercedes Vázquez Bertomeu: «Escoiten á xente que vive nos barrios. Non pode ser, no futuro, que volva a pasar o que nos pasou a nós coas obras de Concheiros, que nos opuxemos dende o primeiro minuto e ninguén nos fixo caso. Esa mesma máxima hai que aplicala mesmo antes de comezar a facer nada, indo sempre da man dos veciños, que somos os que sabemos de primeira man o que ocorre nos barrios».