Nueva tarde de colapso en la estación intermodal de Santiago: «É tanta a demanda no tren que chega para encher os buses»

Andrés Vázquez Martínez
Andrés Vázquez SANTIAGO

VIVIR SANTIAGO

Orden en las dársenas de la estación de autobuses compostelana.
Orden en las dársenas de la estación de autobuses compostelana. XOAN A. SOLER

El caos del viernes pasado desaparece, imperando el orden, pero la afluencia de viajeros es tal que evidencia la necesidad de multiplicar las frecuencias y los aforos

30 sep 2023 . Actualizado a las 21:21 h.

El colapso ha llegado a la estación intermodal de Santiago de Compostela para quedarse. Los trenes llenos, los autobuses muy demandados y los estudiantes tirándose de los pelos mientras refrescan la página web de Renfe son ya una constante desde que comenzó el curso universitario. La enorme necesidad no hace subir la oferta y no parece que vaya a haber cambios en los transportes del Eje Atlántico gallego que les hagan aumentar su aforo o su número de frecuencias, a pesar de que son con diferencia los más solicitados por los viajeros de la capital.

No era el viernes pasado, eso está claro. No había colas que saliesen de los edificios ni tampoco trabajadores de Monbus moviendo pasajeros a tirón de brazo para que se colocasen en la ventanilla que debían. En las dársenas de la estación de autobuses, ni rastro de inquietud por miedo a que el vehículo no aparezca o se desborde su aforo. Nada de eso, pero sí movimiento y viajeros, que es justo lo que debe tener una terminal como la de Santiago.

Las ventanillas de billetes de la estación de autobuses, sin grandes colas.
Las ventanillas de billetes de la estación de autobuses, sin grandes colas. XOAN A. SOLER

Aun así, pocos asientos quedan libres dentro de los autocares que van hacia A Coruña o Vigo. Esto es así porque los usuarios que se han quedado fuera de los trenes saltan al asfalto, como es el caso de Sabela, una ribeirense estudiante de Educación Infantil que tuvo que viajar desde A Coruña hasta Santiago en autobús, para allí coger un enlace a su villa natal. En otra ocasión lo haría en tren, «pero é tanta a demanda que chega para encher os buses e moita xente queda fóra, coma min».

Guillermo Pérez y Xián Pazos, estudiantes vigueses de Psicología y Trabajo Social en la USC, dan fe de que la situación no es para nada comparable a la del viernes pasado, «que foi un caos coma nunca antes visto». Afirman que esta tarde la estación puede acercarse a su normalidad, a pesar de que han perdido el bus que querían coger cuando llegaron a las taquillas porque estaba lleno, resignándose a la siguiente frecuencia. Queda la evidencia, por tanto, de que el problema es cotidiano y de que se requieren actuaciones.

El andén, rebosante de pasajeros a la espera del tren para Vigo.
El andén, rebosante de pasajeros a la espera del tren para Vigo. XOAN A. SOLER

En cuanto a la estación de tren, más de lo mismo. El orden imperaba, aunque bien es cierto que son muy pocos los aspirantes a pasajero que compran allí mismo su billete. Quien se planta en el andén es porque sabe que sube, como Lucía y Cristina, dos estudiantes de la Universidade de Santiago (USC) originarias de Catoira, adonde se dirigen en tren. «No noso caso xa reservamos praza para todo o mes e tamén para novembro», indican las jóvenes, conocedoras de los problemas para subirse a un vagón.

Lucía y Cristina, de Catoira, a punto de embarcar hacia su villa natal.
Lucía y Cristina, de Catoira, a punto de embarcar hacia su villa natal. XOAN A. SOLER

Una aguja en un pajar

Son la excepción María Veiga y su amiga Ana, de Viveiro, que van desde Santiago a A Coruña en el tren de las cuatro y media de la tarde. «Parece que hemos tenido suerte, pues con comprar el billete en la máquina nos ha servido», se congratulaba la joven. Esto ocurre gracias a los huecos que deja quien renuncia a su plaza a última hora, muchos más de lo que parecen desde que se implantaron los bonos del Gobierno.

Pablo Fuentes y su amigo Álvaro Castro, estudiantes de la USC que se marchan a Vigo en tren.
Pablo Fuentes y su amigo Álvaro Castro, estudiantes de la USC que se marchan a Vigo en tren. XOAN A. SOLER

Otro de los afortunados como María es Pablo Fuentes, estudiante de Administración y Dirección de Empresas (ADE) en la USC, que consiguió billete comprando en la misma mañana de ayer. Sabe de lo difícil es su hazaña, pues reconoce que a partir de octubre ya tiene reservados todos los asientos que necesita en viernes y domingos. «Si hoy lo he conseguido ha sido gracias a que me pasé desde el mediodía recargando la página de Renfe, hasta que salió una plaza, y me lancé a por ella». Le tocará remar de nuevo en noviembre, «pues ya está todo el mes ocupado y no pude comprar billetes».

Presión sobre el Eje Atlántico

No se viven tantos problemas para ir de Compostela a Viveiro o a Ribeira, por ejemplo, como los que existen para ir a Vigo o a A Coruña, destinos para los cuales se requiere un refuerzo de los autobuses a diario, llegando a haber tres vehículos con el mismo destino en cada una de sus frecuencias. En los autocares que se desplazan a las villas gallegas no hay tantos problemas, precisamente porque muchos de los posibles usuarios (estudiantes) se buscan la vida lejos de ellos. Sus elevados precios y escasas frecuencias, con mejorables horarios, empujan a los usuarios a salirse del transporte público.

Entre los universitarios abundan las redes de contactos que les dan soporte, los amigos que ponen su coche para ir y venir. En el caso de que no sea así, aplicaciones de contacto como Blablacar se alzan como una herramienta a tener en cuenta para alumnos de la USC (o de cualquiera de los centros gallegos) que van a sus ciudades de formación desde villas que requieren de mejores conexiones de transporte.