Tommi Alvarellos: «El problema de la convivencia turística en Santiago son los macrogrupos que llegan cantando y gritando»

Olimpio Pelayo Arca Camba
o. p. arca SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

XOAN A. SOLER

El presidente en funciones de la Asociación Profesional de Guías de Turismo de Galicia restringe la masificación de visitantes a la Catedral y a la zona de Porta do Camiño

05 may 2024 . Actualizado a las 21:13 h.

Tommi Alvarellos (Estocolmo, 1972) es presidente en funciones de la Asociación Profesional de Guías de Turismo de Galicia. Su conocimiento a pie de calle lo convierte en voz autorizada para valorar el estado del sector y las medidas que se estudian para él.

—El Concello anunció la valoración de un marco que regule los flujos de visitantes a la ciudad. ¿Cómo lo valora?

—En principio, todo lo que suponga trabajar con calidad y mejoras en nuestro trabajo bienvenido sea. Desde el momento en que eso nos va a obligar o recomendar la reducción del número de personas para trabajar, para nosotros como trabajadores y para los propios clientes como receptores de la visita, va a ser mucho mejor. En lo que no estamos de acuerdo, y así se lo comuniqué al equipo de gobierno, es en que se nos criminalice exclusivamente a nosotros, cuando realmente somos el menor de los males. Porque los clientes que van con nosotros no hablan, porque están escuchando lo que han pagado por escuchar, y al tiempo los vamos guiando por donde tienen que ir.

—¿Dónde hay mayor conflicto?

—El problema que tiene Santiago en la masificación que están sufriendo algunas zonas en concreto y algunos días en concreto, que eso también es importante recalcarlo, es gente que viene sola, en macroperegrinaciones o macrogrupos que llegan cantando y gritando, visitan la ciudad y se van. Yo creo que el problema está ahí, en una zona concreta alrededor de la catedral. ¿Está saturada en algunos momentos? Sí, es cierto. A mí me consta que el Concello de Santiago encargó a la universidad un estudio de las zonas masificadas, en qué días concretos, y pondrán medidores de personas y de densidad.

—¿Cuáles son esas zonas?

—El monumento principal de nuestra ciudad es la Catedral. En toda la zona colindante se generan las colas para acceder al templo, como la puerta de Platerías. Antes de la misa y en festivos o puentes, y en verano evidentemente, pueden ser zonas que podrían estar masificadas en momentos concretos. Son las cuatro plazas alrededor del templo y la entrada del Camino por Porta do Camiño, que también sería por donde accederían grandes grupos de peregrinos sin controlar. El estudio encargado determinará perfectamente los puntos que están saturados.

—¿El Concello está en contacto con ustedes?

—Sí, de hecho estamos hablando con ellos a raíz de informaciones en que parecía que se iba a empezar a aplicar la normativa. La concejala de Turismo, Míriam Louzao, me llamó personalmente por teléfono para decirme que se habían malinterpretado sus palabras, que su intención era aplicarla a largo plazo, pero antes se hará el estudio de la USC. Su previsión es crear luego grupos de trabajo con representación de todos los implicados, de hosteleros a guías de turismo, para que puedan dar su opinión y de la mejor manera consensuada llegar a crear un ordenamiento que permita un turismo más sostenible y más respetuoso.

—¿A cuántas personas suelen guiar por Santiago?

—Va en función de la nacionalidad y del tipo de turismo. Nunca vamos a poder tener más de 50 porque normalmente es la capacidad máxima de un autobús si hablamos, por ejemplo, de turismo español o del de cruceros, que suelen venir con los autobuses casi llenos. Pero tras la pandemia la media suele ser de 30.

—Pocos más del límite de 25 por grupo fijado por San Sebastián.

—La idea sería crear unas tasas que permitiesen trabajar de la manera más sostenible, pues dividir un autobús completo en dos ¿Es necesario en Santiago? Nosotros estamos por la labor de que se prohíban los altavoces. En todo momento nuestros asociados tenemos un compromiso de respeto de no utilizar el altavoz en zonas públicas, y en caso de necesidad, hacerlo a un volumen mínimo. Lo que nosotros proponemos es el uso de radio-guías, que permiten no elevar el tono de una conversación normal que el cliente escucha, y porque también son obligatorias en la Catedral. En todo caso, Santiago tiene ya un marco legal sobre volúmenes con el que podrían exigir cuando lo estimen oportuno la prohibición del uso de altavoces para todo tipo de manifestaciones y reuniones, ya no solo turísticas.

—Usted defiende campañas informativas para atajar el problema.

—Yo incido en que no seamos turismofóbicos simplemente por estar de moda. El gran problema está en la educación: educar a esas personas de la problemática que puede existir en áreas de la zona monumental si entran cantando y gritando. Yo creo que más del 80 % adoptará un turismo respetuoso hacia el habitante. Me consta que este verano el Concello hará de nuevo campañas informativas, incluso con personas a pie de calle en distintos idiomas, para explicar la fragilidad de Santiago. Yo apuesto por una campaña muy visual, que anime a pararse y a verla, porque la del año pasado, tal vez por la premura de tiempo, tenía una cantidad de texto que no invitaba a leerla.

«La imagen que ofrece la dársena de Xoán XXIII es patética»

—¿Qué carencias encuentran los guías de turismo en Santiago?

—De una parte, se precisan más y mejores baños públicos [para el visitante]. Y necesitamos, en toda Galicia, mayor control de todo el intrusismo que nos hace una competencia desleal, por parte de Policía Local y de inspecciones de Turismo de la Xunta, que son prácticamente inexistentes. Si pedimos un turismo sostenible y respetuoso, tenemos que aportarlo por nuestra parte con mayor control y aplicación de la ley. Un guía de turismo tiene una habilitación de la Xunta, y solo puede ejercer la profesión quien la tenga. Como para conducir un taxi se requiere la correspondiente licencia. El resto son intrusos.

—¿Sería preciso mejorar la primera impresión del turista que llega a Santiago por Xoán XXIII?

—Es la asignatura pendiente. El estado de la dársena es deplorable, no se ha hecho ningún tipo de inversión pese a que se les está cobrando a los usuarios por un servicio que no estamos aportando. El edificio se cae a trozos, residen indigentes y el hedor es insoportable. Ahora han vuelto a abrir los baños tras años cerrados, pero requieren un mantenimiento continuo. La imagen que damos a una media de 2.000 personas que entran diariamente por la dársena de Xoán XXIII realmente es patética.

—Tasa turística: ¿sí o no?

—Yo abogo más por una tasa al excursionista, porque quien se aloja ya hace un nivel de gasto en la ciudad. Y la masificación viene, sobre todo, por el excursionista.