La Panorama

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

29 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Osea, montamos un cirio (perdón por la frase) porque parece ser que los peregrinos molestan a su llegada a la ciudad y ahora anunciamos la Panorama en el Obradoiro. Después de la experiencia del año pasado, a repetir la barbaridad. Como parece ser que no hay sitios para celebrar la Ascensión, procédase a invadir la que está considerada la plaza más valiosamente artística de Europa. Pero aquí vale todo. Ya no se trata de que a los canónigos les moleste o no, de que se jorobe la Iglesia o no (en España se está con ella o contra ella, algo a lo que la institución colaboró con su proceder histórico), sino devaluar a los ojos del mundo el final de los Caminos de Santiago. Porque seguro que tal festejo no saldrá en el New York Times, pero de expandir la noticia se encargarán los miles de peregrinos que pisarán ese día el Obradoiro y lo verán invadido por el escenario, vallas, torres de luz y demás.

Y las declaraciones del día 25 de la edila de Festas, Pilar Lueiro, no son de recibo por nadie con algo más que dos dedos de frente. Sus palabras la retratan: «Este goberno local é o primeiro que quere velar polo mantemento do patrimonio». También va a adoptar, parece ser, «medidas de afectación acústica», ahí es nada. Lo lógico y coherente sería cambiar inmediatamente el emplazamiento. Porque si no, solo hay dos posibilidades: o son palabras vacuas o es pura hipocresía.

La almendra no es un museo. Admite mil y una actividades, pero con una condición: que no se reúnan en ese espacio tan frágil —es el gobierno municipal el que en su campaña general habla de fragilidad— las veinte mil personas que se esperan. Y porque no caben más.

En resumen: una locura. Y otro tiro en el pie.