Descenso en bicicleta para descubrir el embalse de Beche

Cristóbal Ramírez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

CRISTÓBAL RAMÍREZ

Estas tierras ni miran a Compostela ni miran hacia A Coruña. Miran a ambos lados, dependiendo de para qué

16 ago 2023 . Actualizado a las 21:37 h.

De lo más alto a lo más bajo o viceversa. Depende de las fuerzas de cada uno, de cuánto resista dando pedales, porque esta es una ruta para hacer en bicicleta y por asfalto que tiene muy poco tráfico, de firme irregular en algunos tramos, muy bueno en otro. Así que, para quien solo quiere dar un paseo sin gran esfuerzo, el punto de partida es el campo —con parque infantil­— que se extiende al lado de la fuente y capilla de San Roque, en As Travesas, poco después de dejar el municipio de Ordes pero ya en el de Carral y en la carretera que une el Mesón do Vento con Betanzos. Frente al templo —del siglo XVIII— abre sus puertas la muy conocida Casa Avelina, lugar de descanso de prácticamente el cien por cien de los peregrinos que recorren el Camino Inglés.

CRISTÓBAL RAMÍREZ

Estas tierras ni miran a Compostela ni miran hacia A Coruña. Miran a ambos lados, dependiendo de para qué. Son las tierras altas que dividen ambas caídas de las montañas, más acusada la pendiente hacia el lado herculino, como es lógico. Tierras, en suma, con mucha personalidad y cuyo valor estratégico era bien conocido ya en la Prehistoria, puesto que los antepasados de los coruñeses y de los compostelanos tenían muy claro que desde allí se controlaba un extenso territorio. Lugares muy tranquilos que sufrieron la despoblación del rural y que hoy están amenazados por la inflación de parques eólicos.

Pero en fin, hay que dirigirse hacia la Cidade dos Cabaleiros y a los pocos metros girar a la derecha. Es el único tramo en el que se impone tener un cuidado extra, no solo porque hay tráfico, sino porque a mediodía son legión los peregrinos.

CRISTÓBAL RAMÍREZ

Pero rápidamente se deja el Camino Inglés para descender y tomar un desvío a la izquierda que lleva a un helipuerto de la Xunta, construido, insólitamente, pegado a la aldea prehistórica de Castromaior.

Marcha atrás para continuar bajando, pasar entre granjas —el olor las delata— y comprobar cómo la pendiente es mayor a cada metro, hasta el punto de que aparecen dos curvas que procede tomar con cuidado, cruzar por encima la AP-9 y encontrarse el desvío a la izquierda que invita a conocer el conjunto de la iglesia de San Pedro de Vizoño, ejemplo de cómo se deben cuidar las cosas en Galicia entera.

El templo data del siglo XIX y muestra una sola planta, rectangular, con una sacristía adosada. Si está abierta se comprobará cómo el arco triunfal que da paso al presbiterio es de mampostería, lo cual no deja de causar admiración porque el que esas pequeñas piedras sostengan el tejado casi hace abrir la boca.

Fuera, la decoración brilla por su ausencia, y solo llama la atención su espadaña con su campana. Pero, hay que repetir, todo ello en un estado de conservación sobresaliente.

El siguiente objetivo es Vao, señalizado Folgoso, y a la salida de la aldea vuelve a encontrarse el marco que indica que los siguientes metros son jacobeos. Queda volver a girar, esta vez a la mano contraria, para encontrase con el embalse de Beche. Es cierto que ahora hay obras de un complejo turístico en un lateral, lo que no ayuda a la hora de hacer la foto, pero lo es también que está impoluto el sendero que da vuelta a esa masa de agua, recorrido de gran belleza pese a la presencia de eucaliptos.