Dejaron sus trabajos como recuperador físico y contable para fabricar madejas de hilo en Ribadavia

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

RIBADAVIA

Iván y Fran, en su obrador de Madejas Tejerlo, en Ribadavia
Iván y Fran, en su obrador de Madejas Tejerlo, en Ribadavia Santi M. Amil

Fran Vilanova e Iván Argáiz abrieron en el 2022 su empresa de artesanía

30 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El ourensano Fran Vilanova conoció al que hoy es su marido, Iván Argáiz, en Logroño. «Me fui a trabajar allí como recuperador físico en un gimnasio y me enamoré», afirma. Iván estaba trabajando como contable. Después de un periplo de varios años viviendo en distintos puntos de La Rioja y Navarra, la pareja se mudó a Ribadavia, donde se ha establecido montando su propia empresa. «Fue a raíz de la pandemia. En el mismo año falleció mi madre y nos hizo replantearnos todo. Nos dimos cuenta de que la vida era solo una y que lo mejor era dedicarla a trabajar en algo que nos hiciese realmente felices», explica Fran. Con ese empujón nació Madejas Tejerlo, una productora de lanas y otros hilos tintados a mano en Ourense. «Yo he tejido desde jovencito y siempre me ha encantado explorar mi creatividad. Canté en un grupo, también estuve en una compañía de teatro y hasta escribí dos libros. Llevaba casi quince años dando clases de calceta por mi cuenta, en distintos municipios, y cada poco me surgía el problema de que no encontraba un hilo de un material o de un color concreto. De esa necesidad nació Madejas Tejerlo en el 2022», explica Fran.

Iván, que estudió Empresariales, dejó también su trabajo para venirse con Fran y juntos poner en marcha el proyecto. «Mi abuela y mi madre siempre han hecho su propia ropa. Estaban todo el día con las agujas en la mano», cuenta. Él ni teje ni ganchilla, se encarga de la parte creativa, del diseño de la marca y del tintado de las madejas. «Nosotros cocinamos las lanas y las teñimos siguiendo dos métodos distintos», explica Iván. Uno es 100 % natural y para ello emplean ingredientes orgánicos como las pieles de cebolla, el café, el aguacate, la cúrcuma o el eucalipto... «Esta es la manera más tradicional. Es vegana y se consiguen una tonalidades muy bonitas», afirma. La otra forma de teñir los hilos es con tintes artificiales. «Con esta nos aseguramos que podemos obtener todo el abanico de colores que existe, más de cuatrocientos», explica.

Hilos de bambú o de ortigas

En Madejas Tejerlo apuestan por lo natural, pero tienen ovillos de todo tipo. «Ahora estamos sacando nuestros propios diseños. Llevan nombres en gallego porque esta tierra nos inspira», afirma Iván. Los materiales son algodón, alpaca, lana merino y hasta fibra mohair, que es la procedente del pelo de la cabra de Angora. También venden hilos hechos de bambú, de eucalipto o de ortigas. Todo ello puede encontrarse en su página web. A mediados de febrero abrirán su propio local, que será además obrador, en la calle San Martiño de Ribadavia. Allí impartirá clases Fran a sus propios grupos. Ya lo hace, enseñar a tejer, en distintos centros sociales y concellos de Galicia, que lo contratan por cursos para impartir la actividad a los vecinos. «En este momento tengo más de 150 alumnos. Tejer, además de ser una buena forma de activar la creatividad, ayuda a liberar tensiones y a sociabilizar. Es el mindfulness más antiguo que existe», afirma el ourensano, que enseña desde cero a zurdos y diestros, a niños y mayores, con ganchillo o en telar circular. «Aquí podemos hacer desde un gorrito de lana a un árbol de Navidad para decorar el pueblo», termina. No es una exageración. De hecho este diciembre sus alumnas de Carballeda de Avia hicieron un abeto de ganchillo, que lució durante todas las fiestas, adornando el centro del pueblo.