Pura irracionalidad disruptiva

César Casal González
CÉSAR CASAL CORAZONADAS

OPINIÓN

Borja Puig de la Bellacasa | REUTERS

30 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo ha vuelto a hacer. Sánchez es un personaje que muda de piel sin rubor. Los que daban por hecha su dimisión no analizaron su pasado. Estamos ante un político que practica la irracionalidad disruptiva. Nunca se sabe por dónde va a salir. Fue capaz en su día de dimitir como diputado e irse al paro para no votar a Rajoy. Él dice que son sus fuertes convicciones. Creo que se trata más bien de un narcisismo ultra que no tiene parangón. Los cinco días inauditos en los que se fue al rincón de pensar para volver con más fuerza si cabe, en sus palabras, son otro capítulo más del show en el que Sánchez se maneja mejor: el de polarizar al máximo España. Es el presidente del espectáculo. Se queja de una máquina del fango que él es el primero en usar.

Como dijo uno de sus ministros que más practican esta política del esperpento, Óscar Puente, estamos «ante el puto amo». Solo alguien que se ve por encima de todo y de todos es capaz de abrir un paréntesis de cinco días para que un país entero esté pendiente de él. En su discurso de regreso, comentó que la movilización social ha sido uno de los motivos de repensar su decisión de dimitir. Él es el primero que sabe que la movilización social fue mínima. Hubo pinchazo en Ferraz día tras día y en la manifestación ante el Congreso apenas hubo 5.000 personas, cuando solo el PSOE tiene cerca de 15.000 militantes en Madrid.

Pero Sánchez gobierna desde los móviles. Es el escenario en el que mejor se maneja: el de los memes. En eso va muy por delante de Feijoo. Sánchez es TikTok, donde Feijoo es Aute. Juega también con la baza de que estamos ante un mundo convulso y herido, como hacen los salvadores de patrias. Solo él es la solución al caos. ¿Le pasará factura este episodio de presidente ausente? No. Al revés. Los que querían que se marchase repetirán el voto a Feijoo o a Abascal. Vox es el drama de Feijoo. Lo que sí ha logrado es volver a movilizar a su electorado, a los que les da terror la alternativa de derecha, justo donde caza siempre Sánchez. El voto emocional, la papeleta visceral. Así arrasará en las catalanas, donde iba a ser primera fuerza y saldrá todavía más reforzado. No sé en las europeas. Pero igual rentabiliza el miedo de nuevo y reduce un poco la cantada victoria del PP, que repetirá triunfo, como en las últimas elecciones generales.

Lo que más asusta de su discurso, descontado el ego de estas jornadas de simulación, son esas amenazas a tomar medidas contra la justicia y la prensa. Ese apunte es de suma gravedad.