La pasada Semana Santa quedó claro que los coches eléctricos todavía acumulan problemas para circular libremente por las carreteras. En determinados momentos se formaron largas colas en las estaciones de carga, debido a la escasez de puntos de toma de corriente frente a la demanda de electricidad, también a que algunos puntos estaban averiados y a que la potencia de carga decaía cuando se conectaban varios vehículos. La espera se hizo larga. Algunos conductores buscaron otros puntos de carga cercanos, pero todos sufrieron por la incertidumbre de la situación.
Se está induciendo a las personas a que compren coches eléctricos, pero todavía hay muchas carencias, tanto en los propios vehículos como en su mantenimiento y alimentación. Poco importa que los eléctricos hayan bajado de precio (entre 7.000 euros y 3.000 euros, de enero a febrero de este año, según OCU-Compra Maestra, abril 2024). No valen las prisas, hay que disponer de coches bien fabricados y de infraestructuras suficientes para atender la demanda de carga. Las ventas de coches eléctricos ha disminuido y los despidos se han incrementado (La Voz, 22-4).
Mientras tanto, hay que mantener los vehículos con motores de combustión interna (funcionan con gasolina y gasoil) hasta que el mundo de los coches eléctricos sea fiable. Los vehículos de combustión han alcanzado una perfección técnica tan alta que no se entiende que las autoridades quieran deshacerse de ellos.