El ocaso de la cosmética verde

MERCADOS

La fundadora, ya fallecida, de la cadena británica Body Shop, se sorprendería de la situación límite en la que se encuentra la compañía

18 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Con un pie en la cincuentena y tras una vida de lo más intensa, no atraviesa Body Shop lo que se dice por su mejor momento. Es más, anda inmersa la compañía en una grave crisis. En concurso de acreedores, para más señas. En el Reino Unido, donde están en el aire unos 2.000 empleos y 200 tiendas. Aunque tampoco es que esté claro el futuro para el resto de la plantilla: 10.000 empleados en 66 países, incluido España, donde cuenta con 267 trabajadores fijos, 43 tiendas propias y 21 franquiciadas. Dos de ellas en suelo gallego.

Pero no es esta la primera vez que pintan bastos para la cadena que vino a enseñarnos hace años —mejor no contarlos— a las europeas que existía una alternativa a los productos de belleza convencionales. Más natural —cuando ese tipo de productos estaban reservados a los herbolarios— ... y más barata también.

Y escribo europeas porque entonces lo de cuidarse la piel era solo cosa de mujeres. Afortunadamente, ya no. O al menos ya no tanto. Que tampoco avanzan las cosas tan rápido. Que todavía queda algún trasnochado al que le vale aquello tan casposo de el hombre y el oso, cuanto más feo, más hermoso. En fin...

Y le ha pillado a la compañía el concurso sin una cabeza visible a los mandos. Porque su último consejero delegado, Ian Bickley, dejó la compañía a principios de enero, cuando no llevaba ni un año en el cargo, como parte de la reestructuración de la cúpula acometida por el fondo alemán Aurelius Group, dueño desde noviembre del año pasado de la legendaria firma de cosmética sin ingredientes sintéticos ni análisis de laboratorio con animales.

Hasta tres veces ha cambiado de manos la empresa fundada por Anita Roddick y su marido Gordon Roddick desde su nacimiento en 1976. Antes de que Aurelius se la adquiriese al grupo brasileño Natura por 207 millones de libras, la empresa era propiedad de L'Oréal, a quien Anita Roddick se la vendió en el 2006 por 952 millones de euros. Una operación por la que el matrimonio se embolsó unos 190 millones y que le granjeó a la empresaria una lluvia de críticas por haberle cedido el control de Body Shop al enemigo, a una de esas grandes empresas de cosmética convencional a las que ella llevaba años acusando de engañar a las mujeres vendiéndoles «milagros para hacer desaparecer las arrugas». Contaba entonces la compañía con 2.045 tiendas, tenía 77 millones de clientes y estaba presente en 51 mercados.

No se arredró esta pionera del negocio verde y el comercio justo ante quienes la señalaban con el dedo por haberse ido a la cama con el líder de la industria que ella tantas veces denostó. «Me desperté el domingo, temprano y despejada, para descubrir que, aparentemente en algún momento de la noche, había traicionado a las mujeres» escribía en su blog la empresaria en respuesta al despelleje al que estaba siendo sometida. 

Nacida el 23 de octubre de 1942 en Littlehampton. Hija de inmigrantes italianos, estudió Anita Lucia Perilli para maestra. Cuando soltó los libros, lo celebró dando la vuelta al mundo. Y fue en ese viaje en el que descubrió la magia de productos naturales que después emplearía en el negocio.

Con las 3.000 libras que le prestó un amigo abrió el primer Body Shop en 1976, en Brighton, mientras su marido, con quien se había casado en 1970, cumplía el sueño de recorrer América a caballo. Él fue quien diseñó la expansión internacional de la firma. Todo un acierto.Anita murió apenas un año después de la venta de la firma a L'Oréal. De un derrame cerebral. No se creería lo que le ha pasado a su criatura.