No lo dejes para después: estas son las siete claves para que pares de procrastinar

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

EN REDES

El uso de dispositivos electrónicos es una de las circunstancias que llevan a la procrastinación.
El uso de dispositivos electrónicos es una de las circunstancias que llevan a la procrastinación.

Existen factores que provocan que posterguemos una tarea, como que esta sea aburrida, frustrante, difícil, ambigua, no estructurada, no gratificante o sin falta de significado para nosotros. La buena noticia es que, sea cual sea la razón, es posible hacerle frente

31 mar 2024 . Actualizado a las 10:08 h.

Dejar algo para después es una condición humana. Sergio García, psicólogo y divulgador, explica que, etimológicamente, siempre se relaciona el término «procrastinación» con su raíz del latín procrastinare, que significa postergar. «Pero también tiene otra, menos usada, que deriva de la palabra del griego antiguo akrasia, que es hacer algo en contra de nuestro juicio». Esta aclaración resulta importante según el experto, porque «en esencia, es un acto de carácter irracional. Es decir, hay una plena conciencia por parte del sujeto de que lo que está haciendo no está bien o no es conveniente. Sabe que le va a traer consecuencias negativas, pero aun así, no puede evitarlo». 

También podría explicarse, en cuestión neurológica, como un pequeño dilema entre la parte emocional del cerebro, el sistema límbico, que ejerce presión sobre la parte razonable y racional de este, la corteza prefrontal. La parte lógica se rinde en el momento en el que preferimos ver Instagram un poco más en lugar de fregar los platos o cuando vemos un capítulo más de esa serie que tanto nos gusta en lugar de irnos a dormir.

Casi nadie se libra. Según Piers Steel, líder en investigación en ciencias de la motivación y la procrastinación, autor de The Procrastination Equation, alrededor del 95 % de las personas admite haber pospuesto tareas alguna vez. Su colega y también investigador Tim Pychyl, autor de Solving the Procastination Puzzle, identifica siete posibles factores desencadenantes que provocan que nos apetezca hacer una cierta tarea. Pueden darse una o varias de ellas: que la tarea sea aburrida, frustrante, difícil, ambigua, no estructurada, no gratificante (es decir, el proceso no resulta divertido) y si esta no tiene significado personal para nosotros. 

Con todo, la Universidad de Harvard, con el objetivo de intentar revertir esta dinámica, proporciona una serie de consejos para superar la procrastinación: que la parte lógica del cerebro domine la situación. En concreto, son siete, y bastante fáciles de poner en práctica. 

1. ¿Qué me está llevando a posponer esta tarea?

Harvard recomienda analizar cuál de los siete factores desencadenantes de la procrastinación que enumera Pychyl y así determinar cuál (o cuáles) es el que nos está llevando a posponerla. El siguiente paso sería intentar pensar diferente sobre ella, haciéndola más «atractiva». Ponen como ejemplo una tarea de trabajo ambigua y desestructurada: «Puede crear un flujo que establezca los pasos exactos que usted y su equipo deben seguir cada mes para realizarla». También enumeran otro posible caso: escribir un informe trimestral. «Si resulta aburrido, puedes convertirlo en un juego: mira cuántas palabras puedes pronunciar en un período de veinte minutos». 

2. Empieza el día terminando una tarea sencilla

Terminar una tarea sencilla a primera hora da una sensación de logro a nuestro cerebro que nos ayuda a comenzar el día con buen pie. Un buen ejemplo sería hacer la cama, algo que todos tenemos pendiente a primera hora de la mañana. Según indican desde Harvard, a medida que la jornada avanza, las personas experimentamos lo que se conoce como «fatiga de decisión». De esta forma, el autocontrol es más fácil al inicio del día. 

3. Contarle a alguien lo que vamos a hacer

Desahogarse es importante. Verbalizar aquello que nos preocupa o nos inquieta nos ayuda a gestionarlo mejor. Asimismo, contar esa tarea que tenemos en mente a otra persona genera una especie de compromiso. Nos vemos obligados a cumplirlo porque el cerebro valora mucho la reputación. 

4. No hacerlo trae consecuencias, piénsalo

Pensar qué consecuencias tendrá no hacer eso que tenemos pendiente puede ayudar a que nos replanteemos hacerlo. Si no estudio, suspenderé; si no acabo esta tarea, se me complicará el trabajo o lo haré después con prisas y no saldrá tan bien. «Vale la pena hacer una lista de las cosas que pospones personal y profesionalmente, grandes y pequeñas, mientras calculas los costos que tiene procrastinar en cada una de ellas», indican desde la institución. También ayuda hacerlo de manera contraria: visualizar la satisfacción y el alivio que vamos a sentir al terminar. 

5. Divide la tarea en varias pequeñas

Te ves incapaz de leer todo el temario de estudio durante una hora seguida, pero durante media, lo ves una tarea más sencilla. Encontrar un período de tiempo en el que somos capaces de hacer frente a parte de esa tarea facilita que consigamos hacerla. Identificar el primer paso y dividir la tarea en metas pequeñas.

6. Efecto Zeigarnik, ¿aliado?

Bluma Zeigarnick estudió el fenómeno por primera vez después de que su profesor de la Gestalt, Kurt Lewin, se diera cuenta de que un camarero tenía mejores recuerdos de las comandas que aún no fueron pagadas. La psicóloga diseñó una serie de experimentos con los que pretendía descubrir que había detrás de este fenómeno. De esta forma, el efecto Zeigarnik sugiere que los estudiantes que interrumpen su estudio para realizar actividades no relacionadas (como estudiar otro tema diferente o ponerse a jugar) recordarán el contenido mejor que los estudiantes que completan las sesiones de estudio sin un mínimo descanso. 

Aunque la utilidad de este efecto ha sido cuestionada con varias investigaciones posteriores, Harvard sí sugiere que iniciar una tarea significa que el cerebro continuará procesándola, le generará ansiedad el hecho de interrumpirla y esto provocará que la persona opte por reanudar el trabajo más adelante. 

7. Desconectar 

Los dispositivos electrónicos ofrecen una gran variedad de distracciones y resistir a ellas es difícil cuando nuestro trabajo se vuelve más desestructurado y ambiguo. Son dos factores desencadenantes de la procrastinación, según Pychyl. 

En este sentido, la recomendación de Harvard es clara: cuando tengas la sensación de que no estás haciendo eso que tienes pendiente por prestarle más atención a un dispositivo electrónico, la clave es fácil, desconectar. «Esto puede parecer drástico, y lo es. Pero desactivar las distracciones digitales con antelación no te deja más remedio que trabajar en lo realmente importante».  

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.