La vida de Paul Alexander dentro de un pulmón de acero: de la polio a los tribunales

ENFERMEDADES

Paul Alexander, recientemente fallecido, pasó siete décadas respirando gracias a un pulmón de acero.
Paul Alexander, recientemente fallecido, pasó siete décadas respirando gracias a un pulmón de acero. Gofundme

El norteamericano era uno de los últimos supervivientes a la poliomelitis que seguía utilizando un ventilador de presión negativa como soporte vital

14 mar 2024 . Actualizado a las 21:13 h.

La imagen impacta y su historia todavía más. La muerte de Paul Alexander, un ciudadano de Dallas (Texas, Estados Unidos) por las complicaciones derivadas de una infección por covid, difícilmente habrían sobrepasado las fronteras del estado texano si no fuese porque su vida es un testimonio de un pasado sin vacunas. Siendo un niño, Alexander fue infectado por el virus de la poliomielitis, una enfermedad que le haría pasar el resto de su vida —70 años, ni más ni menos— dentro de un pulmón de acero. Un aparato vetusto, pero tremendamente efectivo y que se desempolvó durante la pandemia cuando, ante la grave escasez de respiradores para los pacientes más graves, se planteó la posibilidad de usar estos viejos sistemas de respiración asistida.

Una historia de superación: de la corte a TikTok

Alexander, que en enero de este mismo año se abrió una cuenta de TikTok en la que, bajo el nombre de «Polio Paul» contaba su día a día a más de 370.000 seguidores, contrajo su enfermedad con solo seis años durante una de las grandes epidemias de los años cincuenta producidas en Estados Unidos. Pasó dieciocho meses ingresado en el hospital, del que saldría ya dentro de un pulmón artificial. Sus padres tuvieron que alquilar un camión para poder llevárselo a casa. 

@ironlungman

Episode 1 of Convos with Paul! We will be responding to comments and questions about Paul’s life, his polio, and life in an iron lung! Please be positive 😊 #PaulAlexander #poliopaul #ironlung #conversationswithpaul

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Siempre con una sonrisa y una visión positiva, Paul Richard Alexander ha contado su historia cada vez que ha tenido ocasión. «Su historia llegó muy lejos, influyó a personas de todo el mundo. Paul fue increíble, un modelo a seguir», dijo su hermano tras su muerte en su perfil de Facebook. Lo cierto es que su historia es difícil de creer. Logró aprender a escribir con la boca, terminó su formación escolar y se graduó en derecho, llegando a representar a clientes delante de los tribunales en una silla de ruedas adaptada que le sostenía de pie. En abril del 2020, y tras ocho años trabajando, publicó en su país Three Minutes for a Dog: My Life in an Iron Lung (en español, Tres minutos para un perro: mi vida dentro de un pulmón de acero). Ostenta el récord Guinness de ser la persona que más tiempo ha vivido dentro de uno de estos respiradores. 

Alexander era considerado el penúltimo superviviente de la polio en seguir utilizando un pulmón de acero. Tras su fallecimiento, solo su compatriota Martha Lillard, de 75 años, sigue utilizando este tipo de dispositivo de respiración tradicional.

¿Qué es la polio y qué efectos provoca?

Como poliomelitis es una palabra bastante larga, a la enfermedad provocada por la infección por este virus se la acabó por llamar simplemente polio, más corto y recurrido. Hoy en día, aunque se siguen diagnosticado casos en algunos países —principalmente en zonas del Asia del Sur como Pakistán o Afganistán y, de forma más testimonial, en algunas naciones africanas—, la polio es un recuerdo en blanco y negro. Fue descrita por Jakob Heine por primera vez a mediados del siglo XIX. Con la vacuna, desarrollada en 1952, se comenzaría a ganar la batalla a una enfermedad particularmente cruel. A día de hoy, existen continentes enteros en los que la polio está erradicada —una enfermedad se considera erradicada cuando no existe ningún nuevo caso durante tres años consecutivos—. América se libró de la enfermedad definitivamente en 1994 y Europa tuvo que esperar al año 2002 para declararse libre de polio. Un éxito, pero relativo, ya que la Organización Mundial Salud se propuso el objetivo de acabar con ella en todo el mundo hace ya 36 años; una misión que aún no se ha completado. 

Si a la polio se le añade esa coletilla de enfermedad «particularmente cruel» es porque afecta a una población especialmente vulnerable: los niños, impactando en el sistema nervioso central y provocando, en los cuadros más graves, parálisis y deformidad debido a la inflamación que el virus provoca en las neuronas motoras. De hecho, también es conocida con el nombre de parálisis infantil. La infección se produce a través de las vías respiratorias y las heces. Es altamente contagiosa, pero la vacunación se demostró como un arma tremendamente eficaz frente a esta patología.

¿Por qué se necesita un pulmón de acero en un caso de polio?

«Pulmón de acero» es un nombre de lo más resultón para lo que, más correctamente, se denomina ventilador de presión negativa. Tras el desarrollo de los respiradores actuales (de presión positiva) a mediados del siglo XX, con los que el paciente pasó a ser intubado y el aire introducido directamente en sus vías respiratorias, cayeron en desuso, pese a que algunos pacientes siguieron mostrando preferencia por los dispositivos antiguos. Aunque que inicialmente fueron planteados como respiradores auxiliares por intoxicaciones ante determinados gases, su uso para tratar cuadros graves de polio, en los que se produce una parálisis permanente del abdomen que impide la respiración, jugó un papel crucial en la supervivencia de los afectados. 

Lo que lograban estos enormes aparatos —existen imágenes de mediados de los años cincuenta del siglo XX en el que se pueden ver salas enormes de hospitales repletas de pulmones de acero— era crear un vacío dentro del cilindro que, al aumentar e incrementar la presión del aire, inflaba el diafragma permitiendo la respiración. Solo la cabeza permanece fuera del aparato. 

La polio y la historia

La poliomelitis y todo lo que la rodea siguen siendo hoy un elemento ampliamente retratado en la cultura popular. Todos aquellos que hayan visto la película Pearl Harbor —protagonizada por ben Affleck y Josh Harnett— recordarán la escena en la que Jon Voight, que encarnaba al expresidente de Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt, se levantaba con dificultades de una silla de ruedas para pronunciar el discurso en el que su país declaraba la guerra a Japón, conocido como el Discurso de la Infamia. Efectivamente, el 32º presidente norteamericano contrajo polio cuando era un niño, enfermedad que acabaría por provocarle una parálisis en sus extremidades inferiores.

Mucho más recientemente, series como The Good Doctor retrataron un caso similar al del recientemente fallecido Paul Alexander. En su quinta temporada el equipo del ficticio hospital de St. Bonaventure se enfrenta a las complicaciones de una paciente que vive dentro de un pulmón de acero estropeado y que no encuentra piezas de repuesto para afrontar su reparación. Pese a que en la trama se ofrecía a la mujer la posibilidad de explorar otras posibilidades terapéuticas, decidía no aceptarlas. Un argumento que han defendido profesionales y pacientes para seguir utilizando los pulmones de acero es que el tipo de respiración asistida que inducen es más similar a la fisiológica que de los ventiladores de presión positiva modernos.

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.