Agrojardín Solloso, con 101 años de historia: «Vendemos más gallinas cuando llega el calor; con frío se resfrían y estornudan»

F. Fernández FERROL

NARÓN

JOSE PARDO

Este almacén naronés tramita para sus clientes las altas de las explotaciones

31 mar 2024 . Actualizado a las 09:55 h.

Los abuelos de Javier Jacobo Solloso Blanco llegaron a Narón procedentes de Moeche, compraron una propiedad situada en la confluencia de la carretera de Castilla con la calle Concepción Arenal de Narón y montaron una tienda de ultramarinos que llamaron Solloso. Eso ocurrió en 1923, hace 101 años. La siguiente generación, los padres y tíos de Javier, «metieron patatas, piensos y abonos, cerraron el ultramatinos hará cuarenta años y nos centramos en la agrotienda». Y Solloso sigue ahí. Si las paredes de ese almacén hablaran...

De ahí salen piensos, harinas y cereales todo el año. Ahora, cuando llega la primavera, sobre todo, patata de siembra y plantas hortícolas, unas 200.000 al año, la mitad, lechugas, explica Mónica Gómez, uno de los cuatro trabajadores de la agrotienda centenaria. En el enorme almacén hay también seres vivos: gallinas y pollos de engorde.

JOSE PARDO

Javier Solloso se cuela en el gallinero: «Aquí tenemos las aves, solemos vender gallinas ponedoras, trabajamos la variedad la rubia, la castaña (que es la más vendida), la sussex, que es la blanca con el collarín tan bonito; la blanca leghorn, que es muy ponedora y es la única que pone huevos blancos; las demás, morenos. Esta es la pedresa, negra y con pintas...», relata. Y añade que «cada semana traemos unas cien». Se venden más cuando viene el calor «porque en invierno pueden acatarrarse con el frío, estornudan como las personas», revela divertido intentando imitar el sonido del ave resfriada. Una gallina cuesta 8,6 euros.

Las ventas de aves, en este arranque del año, van más lentas. Es por el «revuelo que se ha montado con los gallineros», aclara. Y es que ya no todo el mundo puede comprar una gallina. Si quiere hacerlo, tiene que dar de alta la explotación aunque sea para autoconsumo. Solloso destaca que es un trámite de lo más sencillo, que no requiere gasto alguno. Consiste en rellenar un formulario y entregarlo en la Xunta (en la quinta planta del edificio administrativo de la plaza de España donde está la oficina ferrolana de la Consellería de Medio Rural). Eso sí, en el formulario hay que poner dónde vive el titular y también dónde está ubicado exactamente el gallinero. Para ello es preciso anotar las coordenadas de la explotación. Esa es quizá la mayor complejidad para unos propietarios en su mayoría de avanzada edad. Por eso, Solloso está actuando como gestoría para realizar esos trámites de forma gratuita a sus clientes. Hasta el momento ha tramitado ya medio millar de altas, pero las peticiones no paran de llegar: «Vamos todos los lunes a la Xunta con cincuenta formularios», explica Mónica.

Solo con la solicitud de alta, el comprador ya puede llevarse las gallinas a su casa. Eso sí, los huevos solo pueden ser para autoconsumo, esto es, no se pueden comercializar.

Las facilidades que da Solloso a sus clientes acaban con las reticencias que muestran muchos de ellos para dar de alta la explotación: «Piensan que es para ponerles un impuesto, pero es para controlar si hay brotes de gripe aviar», tranquiliza Javier.

La regularización afecta a todas las aves: pollos, gallinas, patos, pavos, faisanes, codornices, perdices y palomas.

La tramitación de esas altas de gallineros está consumiendo buena parte de la jornada laboral de Mónica y Javier, pero tendrán que hacer un hueco ante la llegada de la temporada para plantar especies hortícolas. Aunque no hay la tradición de antaño, «la gente joven vuelve a tener inquietud por plantar su propio huerto», explica Javier. Y acuden a Solloso en busca de variedad y asesoramiento. «Aquí viene gente que no ha plantado un tomate en su vida y al año siguiente vuelven y se atreven con los pimientos», relata Mónica.

Javier detalla que «hace quince años era sota, caballo y rey, lechugas, pimientos y cebollas, lo de siempre, pero es que ahora hay cuarenta o cincuenta variedades de tomates.. Y la gente lo valora, viene preguntando por tomates de color rosa, con un aroma que ‘xa entras na casa e ole’ me dicen. Es el rosa belmonte».

Solloso compra plantas en Granada, Italia y en viveros de la comarca. Las patatas de siembra están también de temporada: «En tiempos de mis padres se traían en vagones», recuerda Javier. Ahora vienen en camiones.

La empresa facturó el año pasad medio millón de euros.