Padre e hijo fuera de la pista, compañeros en el Basketdeza

David Cofán Mazás
David Cofán LALÍN / LA VOZ

DEZA

cedida

Ramiro Ruibal coincide esta temporada como jugador con su hijo

17 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«Ya puedo decir que superé a Lebron James en una cosa», comenta entre risas Ramiro Ruibal, entrenador y jugador del equipo sénior del Basketdeza, que esta temporada ha conseguido un nuevo hito en su dilatada carrera de casi 40 años de baloncesto: coincidir en la pista con su hijo. A sus 52 años, Ramiro sigue ligado muy estrechamente al conjunto lalinense, donde juega, capitanea y entrena tanto a los sénior como a los cadetes. Aunque reconoce que se aproxima el final de su carrera, da a entender que, en los últimos años, la estiró para poder jugar junto a su hijo y cederle la alternativa.

«Es una anécdota entrañable», confiesa. Poder compartir partidos con su vástago es un privilegio que le permite poner el broche de oro a su extensa trayectoria. «Siento una gran tranquilidad, a mi carrera no le hace falta nada más. Ya he jugado con hijos de amigos míos, pero esto es diferente, es muy especial», asegura. Para más inri, a la autoridad paterna, se le une la deportiva, siendo el técnico de sus propios compañeros de pista. «Cuando lo entreno soy igual de exigente que con los demás», señala.

De todos modos, no considera que, Ramiro, que así se llama también su hijo, se entregue de la misma manera que él al baloncesto. «No pretendo que siga mis pasos, me gusta que tenga otras aficiones», asegura. Algo que corrobora el aludido, afirmando que «de normal juego al baloncesto con mis amigos, pero este año al empezar ADE, me gusta más porque me permite desconectar». No obstante, Ramiro no cierra las puertas a prolongar la continuidad del apellido Ruibal en el Basketdeza. «Si con esto redescubro una pasión como la suya no me importaría seguir en el equipo jugando a largo plazo», afirma.

Por el momento, ambos disfrutan de esta curiosa circunstancia. «Hace años era la broma de mi padre, que decía que le gustaría retirarse jugando conmigo, pero no me lo había planteado», recuerda. Una vez hecho realidad, se ha normalizado hasta el punto de «ser un compañero más». «Al principio fue un poco raro, pero fuera de la primera impresión, la convivencia es normal y la intensidad es la misma en los entrenamientos», comenta.

Sobre la longevidad deportiva de su padre solo tiene una petición. «Si va a seguir jugando, que no sea por coincidir conmigo, si no porque le gusta», declara.