Míchel, mucho más que catalán

Xosé R. Castro

DEPORTES

David Borrat | EFE

06 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Míchel era el niño de Vallecas, el jugador cosido al escudo del Rayo, el hijo pródigo de un barrio que tiene como principal orgullo contar con su equipo en Primera División. Pero Miguel Ángel Sánchez Muñoz ya ha demostrado que su relación con el mundo del fútbol puede traspasar fronteras.

Hizo carrera en el Huesca y no solo se asentó en el Girona, sino que se convirtió en un ciudadano más de la ciudad que rodea el estadio de Montilivi. Incluso aprovechó el tiempo para aprender catalán y comunicarse con sus nuevos vecinos. Muchos de los que hoy hablan de él, se quedaron en ese detalle y algunos incluso lo cuestionaron, pero el fenómeno Míchel va mucho más allá del idioma que emplee en las ruedas de prensa y en las entrevistas.

El chico de barrio ha construido una obra inmensa. Con el apoyo de City Football Group, cierto, pero más allá de la conexión con el City, la liga española necesitaba un ejemplo así. Un equipo de la tropa de secundarios que se subiese a las barbas de los más poderosos y que lo hiciese con un fútbol alegre, atrevido y cargado de goles. Nada de sobrevivir colgado del larguero.

El segundo puesto que ahora defiende es una excelente noticia: porque rompe el monopolio, porque demuestra que otro fútbol es posible y que a veces los presupuestos no lo son todo. En teoría (por la conexión cityzen) el Girona cuenta con el décimo quinto límite salarial, con 52 millones, muy por debajo de la clase media, pero su rendimiento se ha multiplicado, al menos, por tres.

Que el Girona asaltase la zona Champions además de animar al resto de los mortales le crea un problema a los organizadores de la Supercopa, que ven cómo Barcelona y Atlético no podrán acompañar al Real Madrid en Arabia. Un montón de motivos que van mucho más allá del idioma en que se exprese Míchel.