Un clásico como este tiene muchos condicionantes tanto para el Real Madrid como para el Barcelona. Será un partido muy intenso, puesto que ambos tienen mucho en juego. Los madridistas buscan la tranquilidad de vencer y poder desentenderse del campeonato liguero para centrarse en la Champions. Por otro lado, los azulgranas intentarán reengancharse a la pelea y evitar que el descalabro sea total en una temporada decepcionante.
El Barcelona llega al encuentro bajo de moral después de la derrota en Montjuich ante el Paris Saint-Germain, pero con ganas de demostrar que tiene posibilidades en Liga. El Madrid llega de su eliminatoria ante el City cansado, lo que posiblemente obligue a Ancelotti a rotar.
Los blancos tienen mucho por mejorar; no pueden depender tanto de que su portero y Vinicius y Rodrygo brillen. Está bien tener individualidades, pero el que debe marcar la diferencia es el equipo. Que esto ocurra o no es responsabilidad del entrenador, que no consigue plasmar esta idea sobre el campo.
Aunque haya posibilidades de que Militão regrese al once titular tras su lesión, el gran problema defensivo del Real Madrid no pasa por un jugador, sino por una mejora colectiva en la defensa. Uno de los puntos débiles del equipo de Ancelotti es que defiende por acumulación, en lo que repercute también un mal reparto de los esfuerzos.
No tiene este problema a estas alturas de la temporada el Barcelona de Xavi, que, sin grandes individualidades, ha conseguido establecer un estilo de juego armónico, lo que incluso ha generado rumores de renovación.
Sea como fuere, el clásico va a determinar si el Madrid se aferra ya al título de Liga o los azulgranas aún tienen algo que decir.