Xabier Villalba, el trotamundos del silbato que pitó en cuatro países y seis colegios distintos

Josema Loureiro / P. A. REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Cedida

El colegiado pontevedrés, actualmente en Segunda Galicia, fue juez de línea en Polonia, Eslovaquia y Brasil y arbitró en el «Memorial Day» en Boston

01 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

A menudo, son los futbolistas quienes migran a otros países en busca de nuevas oportunidades. No obstante, no es el caso de Xabier Villalba (Pontevedra, 1986), un árbitro que encontró por casualidad un filón que se llevaría como aprendizaje e historias que contar.

Desde los 17 años comenzó a arbitrar en Galicia, sin demasiadas pretensiones, pero motivado por un recuerdo familiar: «Me animé a empezar a arbitrar por un amigo. Desde el principio me gustó mucho, porque me recordaba a cuando iba a ver a mi hermano jugar. Es una forma diferente de vivir el fútbol». Una vez en la universidad, encontró en su tercer curso una oportunidad: el Erasmus. Su periplo le llevó a Polonia, donde compaginó los estudios con su trabajo en una empresa tecnológica y el arbitraje.

«Allí tuve la oportunidad de hacer equipo con dos árbitros internacionales que habían estado en Primera. Aprendí mucho de ellos. Cuando estaba de asistente, el principal me ayudaba en las jugadas más grises, señalándome la dirección con los pies», recuerda Villalba.

Su «gira mundial» pasó entonces por Brasil, país en el que lamenta no haberse podido federar. Llegó al municipio de Caxias do Sul, en el estado de Rio Grande do Sul, donde, mientras estudiaba la licenciatura en Administración y Dirección de Empresas, aprovechó para continuar arbitrando en ligas privadas.

«En Caxias do Sul fui juez de línea en una liga privada, llamada Liga Serrana. Ver a un español era muy exótico para ellos», señala. Recuerda también algún episodio que le sorprendió durante un partido: «A los 20 minutos de un encuentro, mi árbitro principal pitó un penalti. Hubo una tangana en la que hubo agresiones y de la que yo me mantuve al margen, pero los otros dos árbitros se defendieron. Pasé algo de miedo».

Destaca, asimismo, que el gran momento del fútbol español durante su paso por Brasil ayudó mucho a su valoración: «Les encantaba que hubiese un árbitro de fuera, más todavía si era español. En aquel momento lo ganábamos todo. Todos los árbitros de allí me decían que nuestro fútbol era la leche. De todos modos, lo que más me ayudó fue ser completamente neutral. Los jugadores lo apreciaban mucho».

Su experiencia en Brasil le abrió la puerta, gracias al programa Referee Abroad, a arbitrar en otro país más, Estados Unidos, en una cita como el Memorial Day. «Gracias a este programa tuve la oportunidad de arbitrar en Boston con compañeros de diferentes partes del mundo. La experiencia en Estados Unidos es otra cosa, y pitar en el Memorial Day es algo que me llevo para toda la vida», apunta.

Experiencia en Eslovaquia

Eslovaquia fue otra de las paradas de Villalba en su «gira mundial». En este país, Xabier complementó el arbitraje con su trabajo en una empresa de asesoría tecnológica. Alude a la cercanía de los informadores como un punto que le sorprendió: «Al final de todos los partidos, el trío arbitral se juntaba con el informador para tomar gulash, una sopa de esa zona de Europa, y charlar del partido de forma distendida. Me resultaba llamativo».

En Eslovaquia Xabier vivió, casi sin saberlo, una de las experiencias más tensas de su carrera en el arbitraje. «Era un partido de rivalidad en una categoría semiprofesional y me tocó de linier en el lado de un portero especialmente guerrillero. Estuvo insultándome todo el partido en eslovaco y yo, como no lo hablaba, ignoré sus comentarios. Después del partido los demás árbitros me felicitaron por no entrar a su juego, ya que era conocido que era problemático y había pasado por la cárcel», afirma.

Con este bagaje a las espaldas, Xabier Villalba, ahora preparándose para poder pitar en primera autonómica la próxima temporada, es el árbitro gallego en activo más internacional.

Debutó como árbitro de fútbol gaélico recientemente

«Estés donde estés, siempre es buena idea mantener una afición», repite Villalba, que no ha limitado al fútbol su periplo por el arbitraje. Después de pasar las pertinentes pruebas, Xabier se colegió como árbitro de fútbol gaélico, deporte que había practicado brevemente en el año 2015. Destaca de esta disciplina la dificultad respecto a otras, puesto que implica una serie de normas que son diferentes «a la mayoría de los deportes».

«El gaélico exige estar atento a muchas más cosas, y eso lo hace bastante complicado. Es como mezclar detalles del reglamento del balonmano, del fútbol, del fútbol sala... Lo más distinto es que los jugadores pueden tener la posesión, como mucho, cuatro segundos sin botarla, y no te puedes despistar ni un segundo. Al final eso es lo que exige que los tres árbitros tengamos que estar mucho más alerta», argumenta Villalba.

Debutó hace apenas unas semanas acompañando al mejor árbitro de Galicia —Marcos Gañete, conocido como Corba— en un encuentro de la selección gallega. Le llamó la atención en esta primera experiencia el respeto de los jugadores al árbitro, en contraposición al fútbol.

Villalba destaca también las oportunidades que le brinda el haber debutado como árbitro en este deporte: «Ser árbitro de gaélico te abre las puertas a tener oportunidades en otros lados y llegar más lejos. Nos proponen a menudo torneos por todas las partes de Europa. Creo que es minoritario, pero puede ser grande. Aunque no es sencillo, en este deporte tenemos más oportunidades de llegar lejos, aunque todavía me queda mucho por aprender. En el fútbol yo sé que, como mucho, podré ascender una categoría, a Primera Galicia. Pero, poco a poco, sigo preparándome», dice el árbitro pontevedrés.