LeBron James es historia viva de la NBA, el jugador en activo más veterano después de las retiradas de Udonis Haslem y Andre Iguodala. Pero mientras que las últimas temporadas de estos dos jugadores fueron de escasa presencia en la cancha, el número 23 de los Lakers suma y sigue entre los mejores de la competición. Y son ya veintiuna campañas seguidas. Salvo en la primera, ha jugado siempre el All Star Game, y encabeza las votaciones de su conferencia para la edición del 2024. Palabras mayores.
El pasado curso superó los 38.387 puntos anotados por Kareem Abdul-Jabbar y se sitúa a poco más de trescientos de alcanzar los 40.000. Una barbaridad. Pese a no ser base, es cuarto en la clasificación de asistencias, solo superado por Chris Paul (otro veterano todavía en activo), Jason Kidd y John Stockton. Está también muy cerca de meterse entre los treinta mejores reboteadores de todos los tiempos. Y figura entre los diez que han anotado más triples. Tiene contrato hasta final de temporada, pero con una opción de prórroga en su mano por una más y cincuenta millones de dólares. Cuando quiera que ponga punto y final a su carrera, sus números serán difícilmente igualables porque es casi imposible estar tanto tiempo y siempre al más alto nivel.
A lo largo de todos estos años LeBron James no se ha dedicado solo a jugar al baloncesto. También se ha significado por su compromiso con diferentes causas sociales, especialmente con aquellas que atañen a la comunidad afroamericana, tanto desde el punto de vista económico como pronunciándose con sus gestos y sus opiniones. En el episodio de la muerte de George Floyd a manos de la Policía en Mineápolis, fue claro y contundente a través de las redes sociales: «¿Por qué Estados Unidos no nos quiere?». Igual de contundente que su baloncesto, directo al aro, sin rodeos ni atajos.