Insatisfacción azulgrana

DEPORTES

Quique Garcia | EFE

El Barcelona no encontró el hombre que liderara su juego de ataque, por lo que las ocasiones que generó fueron más fruto de individualidades que de creatividad

28 oct 2023 . Actualizado a las 21:20 h.

Como si de una premonición se tratara, la letra de la que quizá sea la canción más icónica de los Rolling escondía lo que fue el partido del Barcelona. I can't get no satisfation (No puedo obtener satisfacción) / Cause I try, and I try, and I try, and I try (Porque lo intento y lo intento y lo intento y lo intento) /I can't get no (No puedo obtener nada). De esta lírica manera le sucedió al conjunto azulgrana en el clásico, porque los catalanes no tuvieron la frescura necesaria para imponerse al Real Madrid.

Se las presumían felices los jugadores del Barcelona cuando con solo 5 minutos, Gündogan se estrenaba marcando un gol que ponía a su equipo por delante en el marcador. Todavía no se habían asentado ambos conjuntos en el campo y ya ganaba por 1-0. ¡Qué más se puede pedir! Pues hubo más. No se había cumplido el cuarto de hora cuando Fermín la estrelló contra el palo. Entretanto, João Felix parecía dispuesto a dar ese paso al frente que tanto le reclamaba el Cholo en el Atleti, pero se quedó en un amago.

A partir de ahí, y ante la atenta mirada de Mick Jagger y Ronnie Wood, el Barcelona se diluyó como si de un terrón de azúcar se tratase. El Barcelona comenzó a tener posesión, pero sin encontrar la conexión necesaria para someter al rival. Fue más un dominio horizontal que vertical.

El portugués tuvo tres ocasiones para incrementar sus vídeos de mejores jugadas, y Ferran Torres supo arrastrar bien a los centrales para abrir espacios a sus compañeros, pero de ahí no pasó. No hizo lo que se le pide a un delantero centro. No tuvo ocasiones.

Tampoco estuvieron lo acertados que de ellos se esperaba los laterales reconvertidos ayer a extremos. Por la derecha, João Cancelo se mostró con mayor vigor, pero el paso de los minutos le pasó factura y tuvo que ser sustituido. Por la izquierda, Balde no se encontró. Estuvo mejor en las ayudas defensivas que a la hora de crear superioridad en ataque. Falló siempre en las decisiones a tomar y el Barcelona acusó estas carencias.

Los jóvenes, desaparecidos

Tampoco fue el día de Fermín, que actuó sobrerrevolucionado. En esta línea, también fue sintomático que Lamine Yamal —salió en el segundo tiempo para dar a la banda izquierda la profundidad que el equipo no encontraba— no fue el que venía sorprendiendo al fútbol español. Fue así un partido que se les hizo demasiado grande a los jóvenes valores de La Masía.

El único de los noveles que sobresalió fue Gavi. El de Los Palacios demostró que le da igual la talla del encuentro y la posición que le toque ocupar, que siempre rinde. En este duelo, Xavi lo sacrificó más retrasado. Y no defraudó. Se adaptó perfectamente a las necesidades. Se compenetró con Gündogan y, cuando le tocó, se mostró presto para apoyar en banda a Ronald Araújo a la hora de frenar a un Vinicius que no apareció en todo el partido.

Así las cosas, y con las excepciones de Gavi y del alemán, todo el buen hacer del Barcelona se centró en la zaga. El técnico catalán salió con tres centrales y el trío cumplió durante 92 minutos. Solo tuvo un despiste y fue en la acción del segundo gol del Real Madrid —el primero fue una genialidad de Bellingham, ante la que nadie pudo hacer nada—. El error de Íñigo Martínez, propiciado por una acertada intervención de Modric, acercando el balón a Jude, tiró por tierra la gran labor de los centrales locales.

Con esta impotencia de ver cómo un solo jugador era capaz de ganar un partido, acabó el Barcelona un clásico en el que se vio ganador muy pronto y acabó rindiéndose ante el imperial Bellingham.