Vingegaard se acerca al triunfo final en el Tour tras aplastar a Pogacar en la crono

J. Gómez Peña COLPISA

DEPORTES

CHRISTOPHE PETIT TESSON | EFE

El líder aleja al esloveno a casi dos minutos mientras Carlos Rodríguez baja a la cuarta plaza

18 jul 2023 . Actualizado a las 21:37 h.

«Enséñale al mundo quién es el mejor», le azuzaban a Jonas Vingegaard desde el coche del Jumbo. Lo hizo. El líder arremetió desde la primera curva. A la bicicleta de contrarreloj la llaman cabra, pero el danés parecía que montaba un toro de San Fermín. Antes de partir se había enfriado con un ventilador y un chaleco de hielo. Ya en la carretera dejó un reguero de fuego. De sangre ajena. Arrolló. Hachazo. Adiós al empate con Tadej Pogacar. Le sacó 1 minuto y 38 segundos, un abismo en 22,4 kilómetros, y le dejó claro que solo podrá quitarle este Tour con una gesta.

Pogacar lo intentará. Al esloveno no le vale ser segundo. El público asiste a una edición prodigiosa en la que al resto de los ciclistas solo les quedan las migas, eso sí, de oro. Carlos Rodríguez bajó a la cuarta plaza y Pello Bilbao, siempre una apuesta segura, acabó cuarto la contrarreloj y se arrima al sexto puesto de esta sensacional ronda gala.

Vingegaard y Pogacar habían convertido el empate en una obra de arte. Hasta ahora. El danés reclamó la batuta en la contrarreloj y sin cambiar de bicicleta en la subida final como sí hizo Pogacar, pedaleó a pulso, a pura fuerza, en la cota de Domancy y el falso llano hasta la meta en Combloux.

Rey del reloj

Las diferencias en 34 minutos de esfuerzo fueron tremendas: 1.38 a Pogacar. El tercero, Van Aert, cedió 2.51. Y el cuarto, magnífico Pello Bilbao, casi se fue a los tres minutos (2.55). Carlos Rodríguez, a punto de ser doblado por Pogacar, perdió 3.36 y la tercera plaza del podio. Ahora es de Adam Yates, que le saca 5 segundos.

A Pello le separan apenas 10 segundos del sexto puesto de Kuss. El americano se sacrificará por defender a Vingegaard en la montaña que viene. Lo mismo hará Adam Yates por Pogacar. A través de esos dos huecos pueden colarse Carlos y Pello.

Por un día, los dos inseparables del Tour corrieron sin el peso de la sombra del otro. Esta vez el combate era contra el cronómetro. Vingegaard, líder en la salida con 10 segundos de margen, no iba a cruzar guantes solo con Pogacar. La pelea era de cara contra el espejo. El reloj.

Las manecillas que marcaban el paso en 22 kilómetros con formato de cronoescalada a dos cotas, la Cascada del Corazón y Domancy, la pared donde Bernard Hinault fusiló uno a uno a todos sus rivales para alzar como un forzudo el arcoíris de campeón del mundo en 1980. Dicen que antes de aquella histórica gesta el bretón mandó a uno de sus auxiliares poner a enfriar champán en la nevera. Sabía lo que iba a pasar. Vingegaard también pudo brindar tras la contrarreloj. Aunque fue un sorbo. Queda Tour.

Dos puertos de primera, uno de segunda y el Col de la Loze, especial, para la etapa de este miércoles

No hay descanso y la bicicleta deberá de nuevo rodar este miércoles por pendientes imposibles en una jornada que supera los 5.000 metros de desnivel positivo. Los ciclistas atravesarán dos puertos de primera categoría, el Col de Salises, con 13,4 kilómetros al 5,1 %, y el de Roselend, 19,9 kilómetros al 6 %, y un segunda, el Longefoy, 6,6 kilómetros al 7,5 %, antes de llegar al espectacular Col de la Loze, de categoría especial, con 28,1 kilómetros al 6 %, datos poco relevantes, que esconden una realidad diferente, porque si la primera parte es tendida, incluso con una zona de descenso, los últimos seis, una vez que se entra en Meribel, la carretera pasa a la dimensión del montañismo.

Ahí comienza el infierno, una pendiente que no desciende del 10 % pero que contiene algún muro en el 24, donde la bicicleta no sube si el ciclista no apoya todo su peso en el pedal y donde difícilmente se superan los 10 kilómetros por hora.