Ganar como siempre, jugar como nunca

Fernando Rey Tapias

DEPORTES

GONZALO FUENTES | Reuters

Sus cualidades no solo han vuelto, sino que parecen ahora más rotundas que nunca

12 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Fantástica la exhibición realizada ayer por Rafa Nadal, para conseguir su histórico décimo triunfo en Roland Garros. Un dominio absoluto, salvo algunos errores en el inicio, pero a partir del 2-2 encadenó siete juegos consecutivos para adueñarse definitivamente de la final.

Superó a Wawrinka en todos los aspectos, incluso en su terreno. Sacó mejor, restó mejor, consiguió más golpes ganadores y no permitió al suizo ni un respiro. Consistente y dominador con el revés, demoledor con la derecha, impecable en lo táctico, moviendo y presionando continuamente a su rival, Nadal deleitó con un recital que quedará para siempre en las videotecas de las escuelas cuando se quiera recordar cómo jugaba el mejor tenista de tierra que ha existido en el mundo del tenis. 

Las virtudes de siempre

Con Rafa ya hace tiempo que uno piensa que se acabaron los adjetivos para definir sus virtudes, pero a pesar de ello, surgen los que ya parecían cualidades del pasado que no volverían. Lo extraordinario es que no solo han vuelto si no que son más reales que nunca: rápido, potente, intuitivo, consistente con un altísimo ritmo de juego, seguro de sí mismo, un 10 en concentración y en hacer lo que toca en cada momento… 

Una efeméride única

Sin duda, en la extensa carrera de Nadal habrá habido partidos bastante más épicos y excepcionales por su igualdad -por ejemplo, la final de Wimbledon frente a Roger Federer-, pero el espectáculo ofrecido ayer por Nadal es un extraordinario regalo a una efeméride única en el torneo parisino.

Los intentos de Wawranka

¿Y qué se puede decir de Wawrinka? Pues que aguantó con dignidad todo lo que se le venía encima y que intentó sin fortuna encontrar un resquicio en el juego del español. Superado incluso en potencia y en golpes ganadores, incapaz de mantener el ritmo y la movilidad que le exigía su rival, solo le quedó por probar con alguna bola corta o las dejadas, virtudes que no contempla su repertorio. Sufrió como dos días antes Thiem, pero al Nadal actual, al menos en París, no lo para nadie.

El trofeo en propiedad

En la entrega de trofeos, con la presencia de una de las leyendas vivas del tenis, el australiano Roy Emerson -del que Santana siempre me comentaba que era el rival más difícil al que se había enfrentado-, la organización tuvo la deferencia de regalarle a Nadal un trofeo en propiedad y dispuso que fuese Toni, su tío y entrenador, el que se lo entregase. Un doble reconocimiento merecidísimo. 

El reconocimiento a Toni Nadal

En tenis profesional, sobre todo en el circuito masculino, la consideración a los entrenadores es muy baja, ya que no se les deja hablar con los jugadores. Dar cabida a Toni Nadal en el acto protocolario fue un acto de justicia y un reconocimiento a la labor del entrenador. Hablando de justicia, se debe reconocer y agradecer el trabajo de este hombre, que primero en solitario, y luego comandando un extraordinario y estable entorno, contribuyó de forma decisiva a que un chavalito de Manacor al que le gustaban el tenis y el fútbol se convirtiese en uno de los iconos del deporte mundial. Lo logró además sin dejar de ser en ningún momento un chico humilde, respetuoso, educado y ejemplar, tanto dentro como fuera de las pistas. Un regalo para el deporte, un fenomenal ejemplo para la formación de los niños y los jóvenes. 

Wimbledon en el horizonte

Ahora espera Wimbledon con Federer. Se avecina una gran temporada de tenis, pero lo cierto es que, visto lo visto, a partir de ahora Nadal estará en los pronósticos a posible vencedor de los próximos torneos que participe, algo impensable hace solo unos meses.

Sube al segundo puesto del ránking y gana opciones como número uno a final de año

La cuestión ya no es tanto si Nadal volverá a ser el número uno, sino cuándo: con su décimo título en Roland Garros, salió disparado hacia la cima del ránking. El español aparecerá hoy en el número dos de la clasificación de la ATP. No pisaba ese terreno desde octubre del 2014. Y teniendo en cuenta su estado de forma, el de sus rivales y los puntos que defienden en los próximos meses sus rivales más directos parece difícil que se le escape el cetro.

Andy Murray se mantendrá en el número uno, con 9.980 puntos, mientras que Nadal subirá del cuarto al segundo lugar (7.285). Después aparecerán Wawrinka (6.175), Novak Djokovic (5.805) y Roger Federer (4.945). De aquí a final de año las cuentas son claras: Nadal defiende apenas 370 puntos, 180 de los octavos de final del US Open, 90 por la misma ronda en Cincinnati, otros 90 por los cuartos de Pekín y 10 por la segunda ronda de Shanghái.

La mayoría de sus rivales tienen una montaña por delante, especialmente Murray. El británico defiende 7.960 tras su espectacular 2016. Djokovic, 3.830 de aquí a final de temporada; Wawrinka 3.035 y Federer 990.

Nadal ascendió por primera vez al número uno el 18 de agosto del 2008, cuando ganó el oro olímpico en Pekín. Federer le arrebató la posición un año después, en julio de 2009, pero Nadal lo recuperó en junio del 2010. Su último período en la cima fue entre octubre del 2013 y julio del 2014. En total, el español estuvo 141 semanas en lo más alto del ránking. Ahora lo vuelve a tener a tiro.