Talento justo para las grandes citas

Fernando Rey Tapias

DEPORTES

JUSTIN LANE | Efe

Magnus Norman pulió a Wawrinka, campeón del US Open: ordenó su díscola mentalidad y focalizó sus objetivos

14 sep 2016 . Actualizado a las 09:17 h.

La final masculina del US Open, que Stan Wawrinka arrebató a Novak Djokovic por 6-7(1), 6-4, 7-5 y 6-3, mostró las continuas y antagónicas reacciones de los jugadores durante el juego. El campeón, cada vez que ganaba un punto importante, miraba a su entrenador, Magnus Norman, apuntando con su dedo índice a la cabeza. Lo decisivo estaba en como gestionar el equilibrio emocional para desarrollar el mejor juego. Pero Djokovic gesticulaba y hablaba sin parar, con actitudes hacia su banquillo que recordaban al jugador de antes, que con condiciones excepcionales no acababa de lograr los títulos, frenado por su inmadurez.

El camino a la final

Desgaste aparente de uno, falta de ritmo del otro

El suizo tuvo un duro camino a la final, en el que salvó incluso una bola de partido ante el británico Evans. El serbio, entre incomparecencias, retiradas y la pasiva actitud de Monfils en parte de la semifinal, casi solo tuvo dos partidos completos serios. Estuvo la mitad de tiempo en pista: una ventaja para llegar descansado, pero un hándicap por la falta del ritmo. Aunque sus cara a cara son muy favorables a Novak, las victorias del suizo se producen en las citas más importantes: la semifinal de Australia 2014 y el último día de Roland Garros 2015.

Sus arrebatos

Abandona a su familia para alcanzar el cénit de su tenis

¿Con 31 años, como puede el suizo alcanzar en estas últimas cuatro campañas tres grandes y otras cuatro semifinales, sin estar antes en el top-10? Hay que repasar su trayectoria. Nació cerca de Lausana. Sus padres llevaban una granja orgánica para ayudar a gente impedida, labor en la que colaboraba. Destacó en el tenis entrenado por Zavialoff, un francés de origen ruso con el que consiguió la victoria júnior en Roland Garros. Pero la sombra de Federer, e incluso los éxitos de Martina Hingis, le negaban protagonismo en su país. Con 15 años deja los estudios. Desde el puesto 171 ATP del 2003, escala hasta el 13 en el 2008, cuando logra el oro olímpico en dobles con Federer. Pero su estancamiento le induce a drásticas medidas. Cambia de entrenador y trabaja un breve tiempo con el sueco Lundgren. Pero su decisión más polémica la toma al separarse de su mujer y de su hija de 7 meses. Entendía que le quedaban cinco años buenos de tenis y debía renunciar a todo para exprimirlos. Las reacciones en su contra le hicieron volver a casa, pero tres años después se separaron definitivamente.

El banquillo

Un técnico con el que prioriza los grandes

La carrera de Wawrinka no cambia hasta el 2013, con 28 años, cuando contrata a Magnus Norman. El técnico sueco ve su potencial y transforma un carácter inmaduro en una mentalidad equilibrada y con autoestima. Conocedor de la dificultad de lograr una concentración e intensidad permanentes, periodiza las metas en los torneos más importantes.

El suizo cambia hasta su nombre. Le pide a la ATP que ya no será Stanislas, sino Stan. Se tatúa un poema del irlandés Samuel Beckett que viene a decir: «Siempre lo intentaste. Siempre fallaste. No importa. Inténtalo otra vez. Falla de nuevo. Falla mejor». Los cambios le funcionan: en septiembre alcanza por vez primera la semifinal de un grande en Nueva York; en el 2014 gana en Australia y la Davis; en el 2015 celebra Roland Garros ante Djokovic; y este año, semifinal en París y título en Nueva York con un recital de tenis ante el número uno.

La metamorfosis

Mismo tenis, más cabeza

Cuestionado en ocasiones por un físico propenso a engordar, lo cierto es que la potencia de Stan es descomunal, y su resistencia, más que notable. Su saque, de una gran simpleza técnica, le da medias de primeros superiores a los 215 km/h. Sus golpes de fondos imprimen una enorme velocidad. Su revés a una mano propicia efectos demoledores para los contrarios, por la rapidez de bola y la versatilidad para jugarlo desde y hacia cualquier posición.

¿Han variado los golpes del suizo en estos tres años para un cambio tan espectacular? En mi opinión, no. El cambio lo explica el índice de Wawrinka hacia la cabeza. Está en la mente, en creer en sus posibilidades, en el equilibrio para analizar lo que pasa en la pista y desarrollar la táctica necesaria en cada momento.

Norman perdió una final de Roland Garros y ese mismo año alcanzó el número 2 del mundo, pero las lesiones le retiraron con 28 años, la edad de Stan cuando comenzó a trabajar con él. Experto en ordenar las cabezas de los tenistas mas díscolos y en explotar las virtudes de cada uno, lo ha vuelto a lograr con Stan.