Hay una carta para ti en A Coruña, pero... ¿cuánto tarda en llegar?

VIVIR A CORUÑA

PACO RODRÍGUEZ

Nos convertimos en nostálgicos y dejamos un sobre en un buzón del centro de la ciudad con destino: la redacción local de La Voz de Galicia. En menos de 48 horas recibimos el mensaje, que primero pasó por Santiago. Solo en esta provincia se mueven a diario más de 145.000 cartas

21 abr 2024 . Actualizado a las 21:18 h.

Casi 140.000 gallegos solicitaron el voto por correo para ejercer su derecho democrático el 23J. Muchos de ellos fueron jóvenes que, por primera vez, entraban en contacto con términos como remite, y descubrían que hasta hace poco el envío de mensajes debía aliñarse con grandes dosis de paciencia. Algunos millennials, y desde luego la mayoría de la generación Z, no tienen ni idea de mandar una carta, entre otras cosas porque, aunque el servicio de Correos sigue a pleno rendimiento, el rapidísimo cauce electrónico ha tumbado esas alternativas carentes de inmediatez. La Voz ha querido comprobar cuánto tarda en llegar una misiva de un punto de A Coruña a otro; esto, una vez se ha pasado el latoso proceso previo —no tengo sobres en casa, ¿dónde se compraban los sellos?—, que no es baladí.

Efectivamente, lo primero que necesitamos es un sobre. Esto significa que hay que salir de la redacción para enviar una de las 145.000 cartas que diariamente se distribuyen en esta provincia, según datos de Correos. Esta cifra puede parecer muy elevada, pero el dato incluye, además de misivas de particulares, las de compañías de suministros, bancos o notificaciones de otro tipo de organismos.

Compro un sobre en un bazar, o esa era mi intención, pues me tuve que llevar 19 de regalo: el surtido costó 85 céntimos. A continuación emprendí la ruta hacia el estanco, situado a tan solo unos metros de distancia, así que todo en orden. Romanticé la idea de hacerme con un sello y escribir a mano mi dirección y el punto de entrega de mi carta, hasta que tuve que recurrir a Google para cerciorarme de si efectivamente el destinatario iba en el reverso y el remitente en el anverso. Había acertado, así que mis 82 céntimos se invirtieron correctamente.

Deposité la carta en el buzón de Avenida de Oza 240 el miércoles 20 de abril a las 14:50 y, según fuentes de Correos, «el 93 % se entregan en un plazo de tres días laborables». Tocaba esperar a que llegase a la redacción local del periódico, en ronda de Outeiro 1, a apenas unos minutos andando de donde se había dejado el mensaje. Los plazos se cumplieron con creces, y llegó a la delegación el viernes 22 de abril por la mañana, o lo que es lo mismo: la carta aterrizó en su destino en menos de 48 horas.

 

Como explican desde Correos, cada día laborable a las 13.00 horas las carteras y carteros coruñeses recogen los envíos y las llevan a los centros de trabajo, para encaminarlas a las conducciones correspondientes —las rutas que realizan los camiones—. De aquí las cartas parten a los centros logísticos de Correos, que son naves donde se clasifican las misivas y se vuelve a encaminar toda la paquetería y correspondencia. En Galicia el centro de referencia es el Centro de Tratamiento Automatizado de Lavacolla (Santiago). Aquí se clasifican los destinos y, de nuevo, los camiones traen las epístolas a A Coruña. Ya en la ciudad se reparten entre los cinco centros de trabajo de los carteros, que reparten a pie, en moto o en furgoneta.

La ciudad herculina cuenta con más de sesenta buzones repartidos por la urbe. Y repartidos no es una forma de hablar, pues existe cierta homogeneidad en la distribución de estos casilleros, y todos los barrios tienen varios puntos donde depositar sus cartas. Además, existen ocho oficinas donde hacer envíos normalizados o con carácter especial —certificado, urgente, con acuse de recibo, etc—, y están en La La Marina (oficina principal), en la estación de Renfe de San Cristóbal, en Monelos, en O Ventorrillo, en Os Castros, en El Corte Inglés de Ramón y Cajal, en Os Rosales y en Monte Alto.

En Correos confirman la caída paulatina de las cartas, que evidentemente acusan a la revolución de las comunicaciones, y que pegó el gran bajón con la llegada de la pandemia. Con todo, indican que en la época navideña los nostálgicos siguen usando este sistema tradicional de mensajería: «Los buzones nos dan una pista de que se envían felicitaciones, porque en el mes de diciembre suelen depositarse un 20 % más de cartas que en otras épocas del año».