Aquella caravana de camiones basura

José Ramón Alonso de la Torre
J.R. Alonso de la Torre REDACCIÓN / LA VOZ

AROUSA

Martina Miser

Los residuos vilagarcianos han provocado situaciones extravagantes y escándalos

10 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante el invierno de 1987, cada noche partía de Vilagarcía un extravagante y maloliente convoy de camiones. Recorrían 160 kilómetros, en un viaje de ida y vuelta hasta Lalín, donde arrojaban diariamente 30 toneladas de basura en un vertedero incontrolado situado a ocho kilómetros del casco urbano de la capital del Deza, cuyo alcalde en ese momento era Xosé Cuíña Crespo.

Como quien luego fuera todopoderoso conselleiro no confirmaba este viaje de los residuos vilagarcianos y en el ayuntamiento de Vilagarcía no sabían, no contestaban, los concejales José Antonio Cora Mouriño y Carlos Méndez Míguez siguieron una noche de marzo a la caravana de camiones y llegaron con ellos a las cuatro de la madrugada de un jueves al vertedero incontrolado lalinense donde se echaba la basura vilagarciana.

Aunque ni en Lalín ni en Vilagarcía se reconocía aquella excursión nocturna del lixo, los concejales Cora y Méndez descubrieron que todo estaba tan controlado y consensuado que era la propia policía municipal de Lalín la que guiaba a los camiones hasta el vertedero secreto y clandestino. Tras aquel viaje nocturno de los concejales, el escándalo de los residuos estalló definitivamente y las basuras se convirtieron en un problema político de primer orden.

La basura de Vilagarcía se había venido echando en vertederos situados en el extrarradio. De Loenzo había saltado a Pedramogueira y al Pinar do Rei, con las consiguientes protestas de los vecinos. Cuando ya no fue posible arrojar la basura en el monte, no quedó más remedio que depositarlas en el mismísimo Cavadelo. Eso fue durante el año 1986.

Esos terrenos de O Cavadelo, hoy zona de edificios de servicios de Vilagarcía (policía, juzgados), se le habían arrebatado al mar cuando se decidió construir el puerto en la fachada marítima de la ciudad en lugar de en punta Preguntoiro, su lugar natural. O Cavadelo sirvió para todo: campo de fútbol, aparcamiento, parque de atracciones durante las fiestas, burdel de bolsillo y, lo más inexplicable: vertedero de basuras «oficial» de la ciudad. La solución desesperada a ese dislate fue ese traslado nocturno y clandestino hasta Lalín, que fue destapado con detalle por los dos concejales y certificado por el fotógrafo de La Voz de Galicia, que se sumó a la excursión de madrugada. Lo curioso es que, para los vilagarcianos, el tema no era una de sus preocupaciones más graves, como se demostró tres meses después del viaje de Cora y Méndez, cuando el alcalde Rivera Mallo consiguió una mayoría absoluta holgada.

Pero la mentalidad ciudadana cambió en pocos años y, en 1991, un trabajo de investigación de la facultad de Psicología de la Universidad de Santiago, realizado en Caldas de Reis y otros 13 concellos de alrededor, demostraba que los vertederos incontrolados eran uno de los problemas más detestados por los vecinos. Empezaba entonces a hablarse del reciclado de basuras y su recogida selectiva. En ese punto, Vilagarcía fue pionera y, a mitad de los 90, con Javier Gago como alcalde, pasó de ser una ciudad con el serio contratiempo de no tener una solución para sus residuos a convertirse en la primera ciudad gallega con un servicio selectivo de recogida de basuras y contenedores diferenciados para el vidrio, el plástico, el papel y los residuos orgánicos. Pero no sin que también estallara un escándalo y hubiera problemas.

Las dificultades llegaron de la mano de los contenedores y su ubicación. Cada isla de contenedores azules, verdes, amarillos y grises que se colocaba en el rural provocaba una trifulca. Hubo un movimiento de influencers rurales cuyas presiones fueron difícilmente digeribles. Pero al final, se colocaron todos y, a base de charlas y campañas, los vecinos fueron entendiendo las bondades de la selección y el reciclado.

Entonces estalló un escándalo que puso en solfa el esfuerzo municipal de varios meses para convertir Vilagarcía en una ciudad pionera. Resulta que un viernes, el camión municipal que recogía el papel y lo llevaba a la planta de reciclado, se encontró con que estaba cerrada. Los operarios, sin consultar a ningún concejal, decidieron acabar rápido con el problema: volvieron a Vilagarcía y arrojaron el papel en un vertedero descontrolado del monte Xiabre.

Alguien dio el chivatazo y, ese domingo, la portada de La Voz recogía en una foto el escándalo del papel: por un lado mucho reciclar y por otro, a la hora de la verdad, el papel se tiraba en el Xiabre. Con explicaciones y rigor, se superó aquel trance y Vilagarcía mantuvo un prestigio ejemplar durante años como ciudad limpia y concienciada. Ahora, llegan novedades y Vilagarcía vuelve a dar un paso adelante en este tema de las basuras. Acaban de llegar 1.300 nuevos contenedores más cómodos y aquí hay que recordar que el primer alcalde que colocó contenedores, tras los escándalos de O Cavadelo como basurero, fue Rivera Mallo. Estos que llegan son made in Galicia, de color gris, adecuados para todas las estaturas, tienen carga lateral y su recogida provocará menos ruido nocturno. Un paso más en la historia de la basura vilagarciana, que culminará cuando el 1 de enero se aplique el nuevo modelo para tratar por separado los residuos orgánicos, bien mediante compostaje, bien con el sistema del contenedor marrón, que tiene como destino la planta de biorresiduos de Baión. Una historia con final feliz.