César Muñoz-Fontela: «Con el ébola tenemos la sensación de ir siempre por detrás del virus»

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

El ferrolano reconoce que el salto de la enfermedad a Europa y EE.UU. puso la solución en la agenda de la OMS, los laboratorios y los gobiernos

08 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

César Muñoz-Fontela sabe mucho de ébola. El conocimiento de este ferrolano es doble: por una parte, investiga con la enfermedad con cepas vivas en el laboratorio del Centro de Virus Emergentes del Instituto Heinrich Pette, que dirige en Hamburgo; por otra, acude cada pocas semanas a la zona cero de la última epidemia, África occidental, para trabajar en el Laboratorio Móvil Europeo y poner en marcha programas en los países afectados.

-Hace un año España se despertaba con el ébola en casa. ¿Qué balance haría de este tiempo?

-Los medios de comunicación han cambiado muchas cosas, aunque tengo la sensación de que el asunto se ha olvidado, incluso cuando en enero/febrero hubo un repunte tremendo de la enfermedad en África. Claro que esa falta de atención mediática nos ha dejado trabajar más tranquilos [risas].

-La epidemia, al saltar casos a Europa y EE.?UU., hizo visible el problema, ¿no?

-Sin duda. Hay muchos que creen que la vacuna se ha conseguido en un tiempo récord, pero no es así porque esa vacuna llevaba diez años hecha esperando, «guardada» en un cajón porque no había mercado para ella.

-¿El movimiento de la población amenaza con no dejar morir el brote de ébola? Porque nadie contaba que durase tanto...

-Nadie pensaba que iba a durar así. Hemos tenido mucha suerte, muchísima suerte hasta ahora, porque tenemos la sensación de ir siempre por detrás del virus, nunca nos hemos podido adelantar a él. En Guinea, por ejemplo, ha habido diferentes focos: primero la Guinea forestal [frontera de Liberia], después Macenta [hacia Sierra Leona] y ahora en la capital, Conakry [en la costa, a 800 kilómetros siguiendo la frontera de Sierra Leona]. Cuando una zona estaba preparada, concienciada, alguien de esa comunidad viajaba a otro lugar, con muy mal acceso, y vuelta a empezar. En estos países no hay buenas comunicaciones, pero la gente se mueve muchísimo. En cambio, no hay posibilidad de una comunicación nacional, hay que ir comunidad por comunidad, hablar con los jefes tribales y movilizarlos.

-Hace poco, MSF hacía balance de su 2014, y entre el ébola y la crisis de Siria decía que estaban agotados, al límite de las fuerzas...

-Todo el mundo lo ha pasado fatal. La gente está muy cansada, desmoralizada casi porque es una epidemia muy larga. Los regionales de la OMS están agotados. Una semana tenemos 8 casos, la siguiente dos y a la otra, 30. Es desmoralizador.

-Usted va constantemente a Guinea. ¿No tiene miedo al contagio?

-En el laboratorio con las muestras estamos muy preparados, ahí no es donde tenemos más riesgo, es por la calle. Pero la OMS nos obliga a seguir unas limitaciones, no podemos usar transporte público, ni tocar a la gente... ahí de repente hay niños jugando al fútbol y tú no puedes ponerte a jugar con ellos. Es así. Vivimos la misma situación que los locales pero con más herramientas.

-¿Cómo reaccionan? Hace un año contaba que en Nigeria había gente que les escupía cuando veía el coche de la OMS...

-El trabajo con las tribus de Guinea lo hicieron guineanos, y mucha gente del país se mueve y hace cosas, lleva camisetas... También los supervivientes del ébola van contando su historia por los pueblos, para que vean que es algo real y que se cura; es un éxito de los propios africanos, que han conseguido montar estas asociaciones de supervivientes. En cuanto a lo de Nigeria, creo que las cosas sí cambiaron algo.

-Así que la clave está en que sean los propios africanos los que organicen su red sanitaria.

-Es que el colonialismo es algo antiguo, ese tiempo ya pasó. Ahora mismo estoy preparando un proyecto para conseguir ayuda de las autoridades europeas para empoderar a los agentes locales. Está claro que en África occidental los sistemas de salud son muy limitados, no hay infraestructuras y para manejar un laboratorio con muestras de ébola necesitan ayuda de las agencias extranjeras, el CDC, el Instituto Pasteur... pero nuestro objetivo ahora es formarlos para que sean ellos mismos los que se organicen, porque nos hemos dado cuenta con esta epidemia que para prevenir la enfermedad y aislar cada caso, que es la única manera de cortar la transmisión, es necesario que el impulso surja desde dentro.

-¿Volveremos a enloquecer en Europa con el ébola?

-El ébola es una enfermedad que da mucho miedo pero lo que la gente no sabe es que tener casos de fiebres hemorrágicas en Europa -marburg, crimea-congo, lassa...- es algo normal y habitual.

-Su laboratorio participó en el desarrollo de la vacuna canadiense, y en el ensayo de ratones con el favipiravir [el único fármaco que hay contra el ébola, aunque en fase de ensayo]. ¿Cuál es el siguiente paso?

-Quiero puntualizar que el favipiravir en casos de ébola es un medicamento de uso compasivo, porque todavía está en fase de ensayo [sí se comercializa como un antiviral para la gripe A]. En cuanto a nuestro trabajo, seguimos con proyectos en África sobre la fiebre de Lassa [también hemorrágica] y estamos trabajando con la inmunología de los pacientes y supervivientes, analizando marcadores tempranos y pronóstico. Queremos saber qué factores explican las diferencias entre un paciente y otro, qué ocurre para que uno tenga una carga viral altísima pero esté hablando contigo y otro con la mitad de virus sufra un fallo multiorgánico.

-Para eso necesitará echar mano de la bioinformática, del análisis masivo de datos, como el Big Data, ¿no?

-Efectivamente. Analizar todos los marcadores es algo altamente complejo.