Biden suspende el envío de 3.500 bombas a Israel para impedir su uso en Rafah

Andrés Rey REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Tanques de las Fuerzas de Defensa de Israel, cerca del paso fronterizo entre Gaza y Egipto, en la ciudad de Rafah.
Tanques de las Fuerzas de Defensa de Israel, cerca del paso fronterizo entre Gaza y Egipto, en la ciudad de Rafah. Ammar Awad | REUTERS

Retiene ese armamento tras haberse negado durante semanas a hacerlo

09 may 2024 . Actualizado a las 11:26 h.

Joe Biden llevaba tiempo temiendo un ataque israelí contra Rafah, como efectivamente sucedió el lunes por la noche. Y tal era su preocupación que hace una semana rompió, en secreto, su férreo compromiso con Benjamin Netanyahu al detener un envío de armas a Tel Aviv. Lo desvelaron el martes por la noche algunos cargos de la Administración, quienes explicaron que el presidente quiere evitar que se use munición estadounidense contra la ciudad gazatí, donde se refugian al menos un millón de palestinos.

El jefe del Pentágono, Lloyd Austin, lo confirmó el miércoles. Biden retuvo 3.500 bombas —1.800 de 907 kilos y 1.700 de 227 kilos— y su Gobierno está analizando, además, la posibilidad de retrasar futuros envíos, incluidos kits de orientación que convierten las llamadas bombas tontas en proyectiles guiados con precisión. Es la primera vez, desde el ataque de Hamás el 7 de octubre, que el presidente de EE.UU. restringe la transferencia de armas para frenar a Israel. De hecho, algunos de sus aliados demócratas en el Congreso lo habían instado durante semanas a cortar el flujo y él siempre se había negado.

Tanques para asfixiar a Hamás

Los tanques israelíes entraron el martes de madrugada en Rafah, después de ordenar la evacuación de 100.000 palestinos, y tomaron el paso fronterizo entre Gaza y Egipto. Tel Aviv niega que el movimiento sea un anticipo para la gran invasión que prometió. Más bien, parece que la orden de evacuación y la operación limitada solo buscaban mantener la presión sobre Hamás durante las negociaciones de alto el fuego.

Y tal vez haya funcionado. El movimiento islamista anunció, horas antes de que los tanques entrasen en Rafah, que aceptaba la última propuesta de tregua redactada por Egipto, muy similar a otra que había aprobado Israel con anterioridad. Sin embargo, el Gobierno de Netanyahu cree que Hamás solo busca «torpedear» la invasión de la ciudad, donde asegura que se esconden cuatro batallones de milicianos.

Las negociaciones indirectas entre ambas partes se retomaron el miércoles en El Cairo, con delegaciones de Egipto, Catar y Estados Unidos, los grandes mediadores en el conflicto. Ante las reticencias de Israel —sigue diciendo que la propuesta está lejos de sus demandas—, Washington envió al director de la CIA, William Burns, para que intervenga personalmente en el proceso.

Mientras tanto, los ataques israelíes no se detuvieron en Rafah y mataron al menos a 35 personas entre el martes y el miércoles. El paso fronterizo seguía cerrado, a diferencia del de Kerem Shalom, que Israel abrió ayer después de haberlo bloqueado durante tres días como represalia por un ataque de Hamás. «Ya están llegando al cruce camiones procedentes de Egipto que transportan ayuda humanitaria, incluyendo alimentos, agua y medicinas donados por la comunidad internacional», declaró el Cogat, el organismo militar israelí que gestiona los territorios palestinos ocupados.

La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) rechazó «todo tipo de tutela» sobre el cruce de Rafah. Lo hizo después de que el diario Haaretz publicase que el plan de los israelíes es transferir el control del puesto a una empresa privada de seguridad estadounidense. Netanyahu no se ha pronunciado al respecto.

Paralelamente, el alcalde de Tel Aviv, Ron Huldai, canceló el tradicional desfile del Orgullo LGTBI para recordar, en su lugar, a los 128 rehenes que aún están secuestrados en Gaza.

Tel Aviv destruye por lo menos 80 viviendas de un poblado beduino en el sur del país

Al menos 80 viviendas fueron demolidas ayer en la aldea beduina de Wadi al Jalil, cerca del pueblo de Umm al Batin, en el desierto del Néguev, sur de Israel. La medida forma parte de una operación israelí en la que 320 vecinos han sido expulsados, la mitad de ellos niños, según confirmó a Efe Nati Yefet, portavoz del Consejo Regional para las Aldeas no Reconocidas del Néguev.

«Cientos de residentes, niños y ancianos, están siendo evacuados de sus hogares por un Gobierno [israelí] que insiste en pisotear y dañar a la sociedad beduina», denunció el representante del Néguev en la Lista Árabe Unida, Waleed Alhwashla, en su cuenta de X. Yefet indicó que las autoridades destrozaron la mezquita de la aldea, granjas y otras estructuras en una operación que empezó a las ocho de la mañana con excavadoras y un centenar de policías. Una persona fue arrestada.

El Gobierno israelí está obligando a los residentes de Wadi al Jalil a trasladarse a Umm al Batin, donde no son bien recibidos y sufren amenazas, debido a la ampliación de la autopista 6 hacia el sur, explicó Yefet. «Estas personas no tienen a dónde ir, y algunos vecinos siguen en la aldea conmocionados. Muchos dormirán en tiendas de campaña que establecieron anoche», lamentó el portavoz, y afirmó que esta situación sería impensable si los vecinos fueran judíos.